Perseus: A Whisper of Death

7/14/2006 Beldz 0 Comments


Perseo y la gorgona Medusa

Polidectes, el lujurioso hermano de Dictis, era rey de Sérifos. Quiso casarse con Dánae, pero Perseo defendió a su madre, que no deseaba tal boda. Enojado por el rechazo, Polidectes intentó conquistar a Hipodamia, hija del rey Enomao de Pisa, y pidió a los habitantes de la isla que le entregasen un caballo cada uno para regalárselos. Perseo no tenía caballos, pero dijo que daría cualquier otra cosa que el rey pudiera sugerir, incluida la cabeza de la gorgona Medusa. Polidectes sabía muy bien que ningún hombre había vuelto jamás de visitar a las gorgonas y, confiando en que Perseo correría la misma suerte, lo envió a cumplir su precipitada promesa.

Zeus envió a Atenea para ayudar y aconsejar a su hijo (Perseo era hijo de Zeus y Dánae la cual fue fecundada a partir de una bella lluvia de polvo de oro), y la diosa lo encaminó a una cueva en Libia donde vivían las tres ancianas llamadas Grayas; éstas le dirían dónde podría encontrar a ciertas ninfas que preparaban armas especiales para vencer a las gorgonas. Las Grayas, hermanas de las gorgonas, se negaron a ayudar a Perseo. Tenían un solo ojo y un único diente para todas y, mientras se pasaban el ojo de una a otra para mirar al visitante, Perseo se apoderó de él y afirmó que no se lo devolvería hasta que le revelaran el paradero de las ninfas. Al fin las encontró y ellas le ofrecieron las armas: una bolsa en la que meter la cabeza cortada de Medusa; un par de sandalias aladas para escapar de sus inmortales hermanas, Esteno y Euríale, que tenían alas de oro y manos de bronce; y un gorro mágico que lo haría invisible mientras realizara la tarea. Hermes le dio, además, una afiladísima hoz de diamante y le ayudó a pulir su escudo de bronce hasta lograr que brillara como un espejo: le sería útil para poder mirar la imagen reflejada de las gorgonas, que convertían en piedra a aquel que las miraba directamente.

Perseo supo que se acerba a la guarida de las gorgonas por las imágenes petrificadas de los hombres y las mujeres que las habían mirado; las hermanas las habían dispuesto como estatuas de mármol a cada lado del camino. Invisible gracias a su gorro mágico, se aproximó a Medusa observando cuidadosamente su reflejo en el escudo. Era horrenda, tenía serpientes en vez de cabellos y una enorme lengua roja que colgaba de su boca. Perseo la decapitó con un sólo tajo de su hoz y, tras meter la cabeza en la bolsa, huyó rápidamente con sus sandalias aladas. Esteno y Euríale no pudieron darle alcance y al cabo regresaron para llorar a su hermana muerta.


- "Perseo", de Benvenuto Cellini (1545-1554)
Loggia dei Lanzi (Florencia)

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