Santa Florentina, un castillo de fantasía medieval

9/26/2015 Anna 0 Comments


Imagino que, a estas alturas, los fans de Juego de Tronos ya sabrán que una de las localizaciones escogidas para filmar la nueva temporada de la serie se encuentra en Catalunya. Si no estoy equivocada, estos días están grabando en Girona y próximamente lo harán en este precioso castillo que se encuentra a 45 minutos de esta ciudad. Si os soy sincera, no soy una gran fan de la serie y tampoco de los libros. Aunque los tengo en mi estantería, sólo he leído la mitad del primer volumen y he visto la primera temporada de la serie. Sí, lo sé, parece un pecado, pero a mí me cansan las sagas tan largas. Necesito un poco de variedad en mis lecturas, qué le vamos a hacer. Espero animarme algún día y poder decir que sí, que yo también leí entera la saga de Canción de Hielo y Fuego. Pero mientras tanto, lo que sí que puedo ofrecer a los curiosos es un pequeño tour por este escenario que aparecerá en la serie. Y es que el castillo de Santa Florentina se encuentra a tan sólo 20 minutos de donde vivo, así que visitarlo era casi obligado. Llegar hasta este magnífico castillo puede resultar un poco dificultoso si no se conoce la zona. El problema es que no se ve desde la carretera principal y tampoco hay ninguna indicación. No está ubicado sobre ningún promontorio, sino que se esconde tras una maraña de árboles. Así que para que sepáis con seguridad dónde está situado, es mejor que echéis un vistazo a su página web. Lo que sí que os puedo comentar es que se encuentra en las afueras de la localidad de Canet de Mar, un bonito pueblo costero en el que pasé muchos fines de semana de mi infancia. ¿Qué os parece entonces si os enseño cómo es este castillo? Antes que nada, debo decir que sólo se puede acceder a él a través de una visita guiada y que (al menos el año pasado) no se realiza todos los fines de semana. Hay que llamar con antelación para reservar plaza. Y no es barata.
 



La historia del castillo de Santa Florentina hay que buscarla en la época medieval. El edificio se construyó sobre una antigua villa romana, en una zona de producción vinícola. El primer propietario documentado fue Gaudamir de Canet (1024), cuyo linaje fortificó la domus incorporando las torres de su portal medieval para protegerse de los asaltos y las incursiones piratas que llegaban desde el Mediterráneo. Fue a partir del siglo XV cuando el linaje empezó a hacerse fuerte y conocido: Arnau de Canet incorporó por matrimonio los dominios de Besora y Montesquiu, y su hija, Antonia de Canet, se emparentó con los Peguera hasta principios del siglo XVI. Fue entonces cuando la propiedad pasó a manos de la familia Montaner hasta prácticamente la actualidad. Del linaje de los Montaner destacó Lluís Domènech i Montaner (1850-1923), arquitecto, historiador y político, figura principal del modernismo catalán. Él se encargó de restaurar y ampliar el castillo por encargo de su tío, Ramón de Montaner i Vila, el importante propietario de la editorial Montaner i Simón (hoy sede de la Fundació Antoni Tàpies de Barcelona). Esta ampliación es la que nosotros, como visitantes, podemos ver en todo su esplendor. Es la que se incorpora al castillo medieval y la que da como resultado una mezcla extraña pero atractiva. En las paredes de piedra se incorporaron artesonados de madera, los ventanales se decoraron con vitrales de colores, el hierro forjado hizo su aparición en el gran salón. Cerámicas, esculturas, mármoles, tapices... una reforma que dio al antiguo castillo (o Domus de Canet, como se la conocía popularmente) una ambientación neomedieval, romántica y modernista. Santa Florentina pasó de ser un pequeño castillo con dos torres medievales en la entrada a un gran castillo renovado y ampliado con nuevas zonas residenciales, tal y como lo podemos ver hoy en día. En definitiva, un palacio ricamente decorado en el cual incluso se hospedó el rey Alfonso XIII en 1908. En aquellos tiempos, el castillo se convirtió en un lugar de reunión de poetas, literatos, artistas y políticos. En 1949 fue declarado Monumento Arquitectónico Nacional.

¿A vosotros qué os parece? ¿Creéis que encaja con la imagen de Juego de Tronos? Tendremos que esperar para ver qué partes del castillo aparecen en la nueva temporada. En mi opinión, es un castillo que, a parte de este nuevo atractivo turístico que ahora posee, vale mucho la pena visitar por esa mezcla medieval y modernista que lo hace único y especial. ¡Espero que os gusten mis fotografías! ¡Hasta el próximo viaje!


























Ubicación geográfica


Visita: 15/02/2014

* Todas las fotografías han sido tomadas por mí. Si quieres reproducir alguna de ellas, por favor, contacta conmigo a través del formulario de contacto. ¡Gracias!

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Georges Méliès, la magia del cine

9/20/2015 Anna 0 Comments

 
Georges Méliès
La magia del cine
Del 16 de septiembre de 2015 al 10 de enero de 2016
CaixaForum (Tarragona)

¿De dónde viene Méliès? ¿Cómo forjó su extraordinario universo? ¿Cuáles fueron sus fuentes de inspiración? La exposición explica por primera vez las raíces culturales, estéticas y técnicas de Méliès. Demostrándose que los orígenes del mundo meliesiano se hallan en los propios orígenes del cine: sombras animadas, linterna mágica, fantasmagoría, cronofotografía, ilusionismo, magia y fantasía. El visitante viajará al mundo extraño, agitado y animado de uno de los mayores creadores de la historia del cine, asistiendo a su nacimiento. Marcarán el ritmo de la muestra proyecciones, aparatos que reproducen la imagen y otros objetos, como los usados por el propio Méliès en sus espectáculos de ilusionismo.



La fantasía de Georges Méliès. La magia que rodea a un gran cineasta. Un mundo de ilusiones, de maravillas ópticas, de fantasmagorías, de imágenes vibrantes. Entrar en el cine de Méliès es como entrar en un mundo lleno de posibilidades; en un mundo de aventuras; en un mundo donde todo parece posible; en definitiva, un mundo irreal, asombroso; un tipo de mundo que sólo reside en nuestra imaginación. Georges Méliès consiguió plasmar en imágenes secuenciales toda la fantasía de nuestra mente; aquella que vislumbramos en nuestros sueños. ¿Cómo no sentir fascinación por alguien que, reuniendo los materiales que tenía a su alcance, inventó un medio en el que aislarse de la realidad? Un medio en el que el padre del cine fantástico volcó todo su saber con la finalidad de entretener a un público entusiasmado por la novedad del cine. Me imagino viviendo en aquella época de cambios, viendo por primera vez cómo las fotografías se convertían en movimiento, narrando una pequeña acción o una historia sencilla. La cara de sorpresa que se me quedaría al observar La llegada del tren de los hermanos Lumière, una de las primeras películas rodadas con el cinematógrafo en 1895. Imaginaos ese día en el que el público espectador pudo ver una de las grandes películas de Méliès, el Viaje a la luna (1902). ¡Asombroso! Aquellos tiempos fueron el inicio de algo espectacular que aún hoy en día inspira a nuestros directores de cine. Georges Méliès fue uno de los pioneros, si no el primero, del cine fantástico.




Georges Méliès tuvo una mente privilegiada, una de aquellas que desborda imaginación y talento. Estaba destinado a inventar, a crear fantasías. Esa sensación de maravilla es la que a uno le invade al empezar esta exposición. Su finalidad no es exponer tan sólo un muestrario de la obra de Méliès, sino penetrar en sus orígenes. ¿Qué fuentes de inspiración tuvo Méliès? ¿Cómo forjó su particular universo? Por eso, se empieza a recorrer esta exposición a partir de lo más básico: las sombras chinescas, la linterna mágica, las ilusiones ópticas y las leyes de la perspectiva. Las raíces del cine de Méliès se encuentran en el arte del engaño. Sin todos estos elementos, el cine de Méliès no hubiera sido posible. Veamos algunos de los que le influenciaron:

* Perspectiva: se conoce desde el Renacimiento y permitía crear profundidad. En su tiempo, fue una gran revolución, pues las imágenes planas y sin fondo de la Antigüedad y de la Edad Media adquirieron vida y realismo. En los primeros tiempos del cine, la perspectiva fue fundamental para crear escenografías. En el caso de Méliès, le sirvió para crear decorados sucesivos y a veces móviles.

* Sombras chinescas: es uno de los efectos ópticos más antiguos que existen y consiste en hacer formas con las manos entre una fuente de luz y una pared o superficie clara para crear una sombra estática o en movimiento. Con el tiempo, las así llamadas sombras chinescas no se hacían sólo con las manos, sino que se crearon títeres o marionetas para representar con más precisión una historia dramática. Así nació este tipo de teatro, que se hizo muy popular a partir del siglo XVIII con el teatro de sombras de Dominique Séraphine (1747-1800) y, más tarde, con los de Caran d'Ache (1858-1909) y Henri Rivière, que animaron las noches del cabaret Le Chat Noir con sus espectáculos. Las sombras chinescas se consideran un claro precedente del cine porque reproducen el movimiento sobre una pantalla.

* Linterna mágica: es un aparato óptico basado en el diseño de la cámara oscura. ¿Cómo reproducía las imágenes? Mediante un juego de lentes y un soporte en el que se colocaban las imágenes pintadas sobre placas de vidrio. Éstas se iluminaban con una lámpara de aceite y se proyectaban con un tamaño más grande sobre una superficie. En tiempos de Méliès, era básicamente una ampliadora fotográfica, utilizada también en la enseñanza para apoyar la teoría con un modo visual.


* Estereoscopia: es una técnica para crear ilusión de profundidad en una fotografía, que es un medio plano. A través de diversas perspectivas, se engaña al ojo humano para que éste se imagine una imagen en tres dimensiones. Es un sistema un poco complejo, pero que resulta óptimo para dar volumen. En resumen, se utilizan dos imágenes tomadas desde ángulos distintos y, luego, fijando la vista se ven con profundidad. En el cine es un recurso muy utilizado y en sus orígenes sirvió para dar realismo a las películas.

* Estroboscopia: es una técnica que permitía visualizar en movimiento una imagen fija. En tiempos del pre-cine, una figura destacada en este campo fue Émile Reynaud (1844-1918) y su Théâtre Optique, patentado en 1888 y basado en el praxinoscopio, una máquina con un tambor circular en el interior del cual había unas imágenes fijas que el espectador veía en movimiento cuando giraba una manivela.

* Fotografía del movimiento: es necesario citar aquí, en este apartado también precursor del cinematógrafo, a Eadweard Muybridge (1830-1904), un fotógrafo británico que experimentó con la cronofotografía, esto es, la imagen en movimiento. Consistía en fotografiar las distintas fases del movimiento (de un animal, por ejemplo) sobre un fondo negro. Con el fusil fotográfico de Marey,  que podía registrar en una única placa las diferentes fases del movimiento, Muybridge consiguió series de fotografías sucesivas.

* Kinetoscopio: fue William Kennedy Dickson quien desarrolló para Thomas Edison el kinetoscopio, la máquina precursora del proyector cinematográfico. Era una caja de madera vertical en la que corrían una serie de bobinas de película en movimiento. Tuvo mucho éxito e incluso en Nueva York surgieron salas de kinetoscopio que funcionaban con una moneda.




¡Imaginaos cuántas influencias! Eran tiempos de invenciones, y Georges Méliès las utilizó todas para crear su cine particular. La gran innovación vino con el cinematógrafo, inventado por los hermanos Lumière, y que combinaba la linterna mágica y la cronofotografía. En un inicio, filmaron escenas de la vida cotidiana. La primera película que se considera como tal fue La Sortie des usines Lumière (La salida de la fábrica Lumière en Lyon), dirigida por Louis Lumière y presentada en 1895. Méliès quedó impresionado con el cinematógrafo y pronto empezó a emularlo. ¿Cómo lo consiguió? Méliès ya sentía interés por el teatro y el ilusionismo desde pequeño. En 1888, con el dinero que recibió de su padre al retirarse de su fábrica de zapatos, compró el teatro Robert Houdin y allí, como director que era, presentó espectáculos de ilusionismo. En 1895, al ver el cinematógrafo, quiso incluirlo en las funciones de su teatro, pero ante la negativa que recibió, compró otro aparato similar, inventado por Robert William Paul, y empezó a proyectar películas de la vida cotidiana (similares a las de los hermanos Lumière) en su teatro. Sin embargo, tenía una mente tan imaginativa que pronto quiso convertir esas escenas diarias en otras que se parecieran a sus espectáculos de ilusionismo. Empezaba a nacer así su cine más característico, aquel que nos dejó joyas como Viaje a la luna. En su estudio de Montreuil, de grandes ventanales, filmó algunas de sus películas, creó decorados, dibujos (Méliès era un gran dibujante) y mecanismos para sus películas. Como nos cuentan perfectamente en la exposición, Méliès reinó en el mundo del género fantástico y del trucaje cinematográfico durante casi veinte años y su contribución en el séptimo arte fue fundamental: introdujo el sueño, la magia y la ficción en el cine, cuando aún estaba en sus inicios. Su arte consistió en combinar el universo del Robert Houdin, la cinematografía de Marey y la de los hermanos Lumière. Como genio de los efectos especiales, Méliès aplicó al cine la técnica del ilusionismo y de la linterna mágica: pirotecnia, efectos ópticos, desplegables horizontales y verticales, parado de cámara, sobreimpresiones, efectos de montaje y de color.

Esta exposición, comisariada por Laurent Mannoni, director científico del patrimonio del Conservatoire des Techniques de La Cinémathèque française, es una magnífica oportunidad para conocer la obra de un genio del cine; sobre todo, para conocer las influencias que recibió su cine, fruto de una época de cambios y de grandes invenciones en el campo de la ciencia. Fue una lástima que la Primera Guerra Mundial y el desarrollo del cine (encabezado por Edison en Estados Unidos y por Pathé en Francia) le sumieran en las deudas. En 1923 tuvo que vender su estudio de Montreuil y abandonar definitivamente la industria del cine. Fue un periodista, Léon Druhot, quien lo descubrió regentando una tienda de juguetes en la estación de Montparnasse. Gracias a él, a partir de 1925 su obra fue redescubierta y su figura reivindicada sobre todo por los surrealistas.



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Caiseal Mumhan: la gran capital del reino irlandés de Munster

9/02/2015 Anna 0 Comments


Hoy he sentido nostalgia; nostalgia por aquellos días en los que dedicaba el blog a tratar el arte de Escocia e Irlanda, a hablar de la leyenda del rey Arturo y de los caballeros de la Tabla Redonda. Hoy he sentido nostalgia de esos días, quizá más sencillos y despreocupados que ahora. Por eso, hoy quiero recuperar esa parte de mi pasado, cuando me entretenía buscando cosas sobre la historia celta y medieval de esos países tan bonitos del Norte, y que aún, por desgracia, no he visitado, con una entrada dedicada a Cashel o, en irlandés, Caiseal Mumhan, un pueblo situado en el condado de Tipperary, en la provincia de Munster (más o menos en el centro-sur de Irlanda). Este pequeño pueblo es conocido principalmente por la Roca de Cashel (Carraig Phadraig en irlandés), un imponente conjunto medieval fortificado ubicado en un promontorio natural de roca caliza a las afueras de la localidad. Aunque los restos que pueden contemplarse actualmente datan de los siglos XII y XIII, Cashel ya había sido habitado con anterioridad. El pueblo fue un importante centro comercial, político y religioso en el siglo V, momento en que se convirtió en la capital del reino irlandés de Munster. Uno de lo reyes más conocidos que habitó la Roca de Cashel fue Brian Boru (941-1014), reconocido como Gran Rey de Irlanda por sus hazañas e importancia histórica (murió en la famosa batalla de Clontarf contra los vikingos). Como sede del reinado de Munster, Cashel fue, en la Edad Media, un lugar privilegiado que dejó para la posteridad un importante patrimonio de gran valor artístico e histórico. ¿Queréis que os hable un poco más de él?



Como os comentaba, casi todo lo que podemos ver en la actualidad en la Roca de Cashel data de los siglos XII y XIII. Seguramente es bastante distinto de como lo concibieron los reyes de Munster, con su fortaleza de inicios del período medieval. Y es que fue en el año 1101 cuando los reyes (en concreto, el rey Muircheartach Ua Briain, nieto de Brian Boru) cedieron la fortaleza a la Iglesia, convirtiéndose así en un centro eclesiástico de gran importancia, con su catedral y su cementerio. Desgraciadamente, su actividad llegó a su fin en 1647, cuando las tropas de Oliver Cromwell saquearon el lugar y destruyeron buena parte de sus edificaciones, masacrando, además, a su población. A partir de ese momento, Cashel entró en decadencia y no se recuperó jamás. Quedó abandonada definitivamente en el siglo XVIII. Hoy en día es uno de los atractivos turísticos principales de Irlanda gracias a su reciente rehabilitación. ¡Y no es para menos! Cashel posee un pasado envidiable y es una muestra magnífica del arte medieval irlandés. Mirad: rodeando la catedral se encuentra el cementerio, con sus típicas cruces de estilo celta, tan bonitas y elaboradas (una de ellas se conoce como la cruz de San Patricio, del siglo XII, en cuyas caras se puede ver a San Patricio, que según se cree estuvo aquí en el año 450 bautizando al tercer rey de Cashel, y una escena de la crucifixión de Cristo). La catedral, de estilo gótico, se construyó entre 1235 y 1270 con planta cruciforme y arcos apuntados. En su lado norte destacan tres tumbas del siglo XVI decoradas con bajorrelieves y que, viendo las fotografías, parecen de una gran calidad artística.

De este gran conjunto monumental hace falta destacar tres edificios más: el primero de ellos, y quizá el más importante, es la capilla del rey Cormac, consagrada en 1134, y en cuyo sarcófago se cree tradicionalmente que se conservan los restos del rey Cormac. Esta capilla románica está adornada con unos pequeños frescos que se consideran los mejor conservados de esta época en Irlanda. El segundo es la torre circular, el edificio más antiguo del conjunto (data del año 1100) que servía como torre de observación y que se conserva en perfecto estado. Este tipo de torres eran típicas del monacato irlandés. Algunas servían de campanarios de su iglesia adyacente, además de ofrecer protección a los miembros de su comunidad en caso de peligro. Por eso, el acceso se efectuaba por una puerta situada a unos 3 metros del suelo. Finalmente, la sala del coro, del siglo XV: Cashel tenía una coral de vicarios laica que ayudaba en los servicios de la catedral. Esta sala acogía a los ocho miembros de la coral, que más tarde se redujo a cinco miembros.








¿Habéis estado en Cashel? ¿Conocíais este monumento? ¿Qué os inspiran estas fotografías? Por cierto, la Roca de Cashel también se la conoce como Cashel of the Kings o St. Patrick's Rock. A mí me parece un lugar maravilloso, lleno de historia; un lugar en el que imaginarse a los reyes de Munster subiendo la colina, dirigiéndose hacia su fortaleza medieval, quizá entre brumas. Y más tarde, un lugar de reposo espiritual, casi místico. Me imagino el sonido de las campanas resonando en las laderas. Me imagino la lluvia deslizándose entre las piedras. Me imagino a alguien oteando el horizonte desde la torre. Cashel inspira y es un ejemplo magnífico de arquitectura irlandesa medieval, con su estilo particular de cruces celtas, torres y estilo sobrio y robusto. Un lugar que, si fuera a Irlanda, trataría de visitar seguro.

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