El palacio de Schönbrunn

Al suroeste de Viena se encuentra uno de los palacios más majestuosos de Europa. El emperador Leopoldo I decidió reparar la vieja residencia situada en Schönbrunn, seriamente dañada por los ejércitos turcos en 1683, y para ello encargó al arquitecto Johann Bernard Fischer von Erlach que diseñara un nuevo palacio en aquel lugar. No hacía mucho tiempo que se había construido el palacio de Versalles, y la idea de hacer un complejo semejante estuvo en la mente de sus primeros constructores. Schönbrunn debía ser el opulento palacio de los Habsburgo.

Comenzó a construirse en 1696 en estilo barroco; no obstante, poco queda del palacio original. Su interior refleja el lujo de la corte, con una decoración predominantemente rococó. Los grandes salones se destinaban a las audiencias, a los banquetes oficiales y a las fiestas; en uno de ellos, por ejemplo, se firmó la paz de Schönbrunn -en el marco de las guerras napoleónicas- entre Francia y el Imperio Austríaco, poniendo fin así a la Quinta Coalición. Fue la residencia preferida de la emperatriz María Teresa, bajo cuyo reinado el palacio se amplió y decoró con mayor profusión. En 1747 se inauguró el magnífico teatro; en 1765 se construyó un templete clásico en el parque, desde el que se contempla una magnífica vista de todos los jardines y el palacio; y a principios del siglo XIX se remodeló la fachada según las normas neoclásicas. De visita obligada si se tiene la oportunidad de viajar a Austria.