Londres: Día 1
El pasado 24 de noviembre fui cuatro días a Londres. Ya hacía tiempo que tenía ganas de visitar la ciudad, no sólo por sus grandes museos, sino también por la sensación de estar en el antiguo Londres victoriano, imaginándome sus calles en neblina a primera hora de la mañana, las humeantes chimeneas de las fábricas en plena época de la industrialización, los tejados nevados descritos por Dickens, el magnífico Crystal Palace en Hyde Park; o pasear por el Pall Mall y soñar con las calesas pasando por delante de los antiguos clubs de caballeros, con sus trajes caros y elegantes.
Salimos del aeropuerto de Barcelona el día 24 a las 11 de la mañana. Era la primera vez que iba en avión, así que estaba bastante nerviosa. Por suerte, el viaje fue estupendamente. Hacía un día radiante y pude contemplar el paisaje perfectamente. Fue impresionante. Llegamos a Gatwick y nos trasladamos al hotel, en las afueras de Londres. Escogí un hotel un tanto peculiar, propiedad del equipo de fútbol del West Ham; por eso, el hotel se encuentra en el mismo estadio.
Después de dejar las maletas, cogimos el metro y nos dirigimos a nuestra primera parada: la abadía de Westminster, de estilo gótico, es el lugar donde se coronan y entierran los monarcas ingleses. Especialmente, me impresionó la capilla de Enrique VII -conocida como Lady Chapel-, en la que se encuentra su tumba, la de su esposa y, en sus naves laterales, las tumbas de Isabel I, María I, Jacobo I, Carlos II, María Estuardo, reina de los escoceses, entre otros.
El rincón de los poetas, situado en el transepto sur, también me resultó interesantísimo, por el hecho de que se levantan memoriales de poetas -como John Keats, Percy Shelley, William Wordsworth, John Milton, Robert Burns, Lord Byron-, escritores -como Walter Scott, las hermanas Brönte, William Shakespeare- y músicos -George Frederich Händel-. También están enterrados autores del calibre de Geoffrey Chaucer, Charles Dickens, Rudyard Kipling, Tennyson o Thomas Hardy.
Cuando salimos de la abadía ya se había hecho de noche. Dimos un paseo por el Parlamento y el Big Ben, cruzamos el puente de Westminster, vimos la gran noria -LondonEye- y nos topamos de lleno con una manifestación de estudiantes, un tanto violenta, que nos impidió pasear por Whitehall, una de las calles principales de Westminster. Así que dimos un rodeo por la parte de atrás, bordeando St. Jame's Park, hasta llegar a Trafalgar Square. Como teníamos tiempo, subimos hasta Piccadilly Circus y Chinatown, para experimentar la vida nocturna de la ciudad. A pesar de ser un miércoles, las calles estaban abarrotadas de gente. Me llamó mucho la atención la cantidad de restaurantes que había y, sobre todo, algunos pubs, realmente bonitos.
Como curiosidad, me hizo ilusión ver por Picadilly el Criterion, un antiguo restaurante, abierto en 1874, que aparece en "Estudio en Escarlata", de Arthur Conan Doyle. En él, Watson oye, por primera vez, el nombre de Sherlock Holmes cuando menciona a su amigo Stamford la intención de cambiarse de alojamiento.
Me hubiera gustado poneros más fotografías, pero al ser de noche, salieron bastante mal.
5 comentarios:
:-O
¡Espero el relato del resto de días!
Londres es una ciudad a la que tengo que volver y verla en profundidad, que sólo estuve parte de un día de pasada, hace un par de años. Por ejemplo, no llegamos a entrar en Westminster por falta de tiempo, pero me encantaría ir la siguiente vez.
Se nota que has disfrutado de este viaje a fondo! Oye, y qué puntazo las vistas al campo desde vuestra habitación del hotel; eso sí que es original, jeje.
Yo tampoco entré en Westminster; no se podía acceder la tarde que fui a verlo. Por eso es verdad que Londres es una ciudad a la que, en un momento u otro, hay que volver: siempre algo se queda por ver. Pero bueno, la ventaja es que la tenemos a apenas dos horitas de avión.
La zona de Picadilly, Soho y Chinatown por la noche también me impresionaron por la afluencia de gente y la animación que denota la multiculturalidad de Londres y su carácter de gran metrópoli.
Pues eso, aguardamos la crónica de las siguientes jornadas.
Saludos!
Raistlin: sí, recuerdo tu crónica de Oxford y Cambridge. Lo que no pensaba es que también hubieras estado en Londres; aunque fuiste de pasada, al menos pudiste ver algo :)
Jolan: qué lástima que no pudieras entrar en la abadía. De hecho, yo tan sólo vi la iglésia, porque el claustro y la cripta ya estaban cerrados porque era tarde. Me gustó, pero la encontré demasiado recargada; había esculturas, monumentos y memoriales en cada rincón. Me gusta que haya algo de decoración, pero sin pasarse tanto. Eso sí, la capilla de Enrique VII es una pasada.
Que crónica tan interesante. Londres es uno de los mis destinos futuros, porque llevo tiempo queriendo ir, pero nunca hay ocasión.
Curioso el hotel del estadio, jaja, no sabía que existiera siquiera. ¿Y cuando hay partido qué pasa?
De noche, este tipo de ciudades suelen tener un encanto especial, hay que hacer ese tipo de cosas de manera obligatoria, sin duda.
También me gusta el detalle de restaurante, las típicas referencias literarias que tampoco hay que perderse. xD
¡Más!
Loren, buena pregunta. Si hay partido el día que llegas, no puedes acceder a la habitación hasta las ocho de la tarde; si hay partido el día que te marchas, tienes que salir de la habitación a las ocho de la mañana.
Como ya lo sabía antes de reservarlo, no tuve ningún problema. Además, sólo había partido el día que me iba; y teniendo en cuenta que a las siete o siete y poco ya habíamos desayunado... ¡había que levantarse temprano para ver todo lo posible!
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