Londres: DÃa 4
El último dÃa apenas tuvimos tiempo de ver un par de cosas: el vuelo salÃa desde Luton a las cuatro de la tarde. Fuimos directamente a Hyde Park, uno de los parques más grandes y emblemáticos de Londres. Como entramos por la zona oeste, lo primero que vimos fueron los Kensington Gardens y el palacio de Kensington, otra de las residencias reales, antigua casa oficial de Diana, princesa de Gales. Como estaba cerrada, tan sólo la vimos por fuera. Continuamos andando hasta llegar al Albert Memorial, un monumento conmemorativo, de estilo gótico y diseñado por George Gilbert Scott, dedicado al prÃncipe Alberto, esposo de la reina Victoria. Desde allà se puede ver el Royal Albert Hall, otro famoso teatro londinense.
Kensington Palace
Hyde Park
Hyde Park
Pasamos por delante de la Serpentine Gallery, una sala de exposiciones de arte moderno y contemporáneo, y bordeamos el lago Serpentine hasta llegar a unas fuentes muy bonitas. Por el camino, nos hicimos una foto en la estatua de Peter Pan. Seguimos andando por Hyde Park, pero al haber escasez de indicaciones, perdà nuestra posición en el mapa y acabamos saliendo del parque sin visitar el famoso Speaker's Corner, ni Marbel Arch, ni Hyde Park Corner; aunque tampoco hubieramos tenido tiempo de verlo todo.
A continuación, bajamos hasta Knightsbridge y entramos en los almacenes Harrods. Mucho lujo, mucha gente y todo carÃsimo. Acabé comprando una chocolatina muy pequeña -en una sala que para mà era como una especie de paraÃso del té, del café y del chocolate-, que ya me costó una libra y media, un pastelillo que comà más tarde de postre -y que tampoco estaba para tirar cohetes- y unos muffins para regalar, muy caros. Como el tiempo apremiaba, volvimos a Victoria Station, donde habÃamos dejado las maletas en una consigna, y nos dirigimos hacia el aeropuerto de Luton, no sin alguna dificultad para coger el tren correcto y hacerme entender.
A continuación, bajamos hasta Knightsbridge y entramos en los almacenes Harrods. Mucho lujo, mucha gente y todo carÃsimo. Acabé comprando una chocolatina muy pequeña -en una sala que para mà era como una especie de paraÃso del té, del café y del chocolate-, que ya me costó una libra y media, un pastelillo que comà más tarde de postre -y que tampoco estaba para tirar cohetes- y unos muffins para regalar, muy caros. Como el tiempo apremiaba, volvimos a Victoria Station, donde habÃamos dejado las maletas en una consigna, y nos dirigimos hacia el aeropuerto de Luton, no sin alguna dificultad para coger el tren correcto y hacerme entender.
Cogimos el vuelo sin retrasos y el viaje fue perfectamente -creo que de unos doce vuelos programados, sólo cuatro iban bien de hora, asà que tuvimos suerte, teniendo en cuenta también que dos dÃas después los aeropuertos ya estaban cerrados por la nieve-. Hay muchas cosas que no tuve tiempo de ver, como el Victoria&Albert Museum, la Tate Modern, el Museo de Historia Natural, el Imperial War Museum o Camden Town, entre muchas otras. Quizá las vea en otra ocasión.
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