Elna, una gota de color y esperanza
¡He vuelto! Al menos asà lo creo... He estado demasiado alejada de aquÃ, sin inspiración, sin falta de tiempo. Apenas he podido salir de excursión. Apenas he podido tomar fotografÃas. Apenas he leÃdo libros. Tras este parón para dedicarme a un gran proyecto personal, he sentido la necesidad de volver, el deseo de recuperar la tranquilidad de antaño. Aunque la nueva rutina diaria absorbe casi todo mi tiempo, poco a poco he ido adaptándome y he vuelto a concentrarme en la lectura y en la escritura. También he recuperado mis salidas culturales. Son mucho menos frecuentes, porque sólo tengo fiesta los sábados por la tarde y los domingos (y hay que descansar y recuperarse para toda la semana), pero me llenan de energÃa y son totalmente gratificantes. Asà que vuelvo y empiezo por una de estas salidas que hice a la localidad de Elna el año pasado con una asociación de mujeres de Arenys de Munt. Por desgracia, el tiempo que nos hizo fue horrible, porque llovió todo el dÃa, pero si lo pienso bien... en realidad nos hizo un tiempo casi perfecto para empaparse (nada mejor dicho) de la historia que os voy a contar. Mirad. Vosotros sabéis que me interesa mucho la llamada Catalunya Nord, ese territorio que comprende el sur de Francia desde el Tratado de los Pirineos (1659). Siempre que puedo leo alguna cosa sobre el tema o voy por allà de excursión. Pues no hace demasiado, cayó en mis manos un libro escrito por la historiadora Assumpta Montellà que trataba sobre la Maternidad de Elna. No sé si conoceréis la historia de esta maternidad. Es una historia que aporta una gota de color en una espiral de tragedia. ¿Os apetece conocerla? ¡Pues seguid leyendo!
Es de todos sabido que tras la guerra civil, vino una posguerra
durÃsima, llena de sufrimiento para el bando republicano. Muchos fueron
los que tuvieron que emprender el camino del exilio; unos,
intelectuales, tuvieron más suerte y pudieron refugiarse en lugares más acogedores; otros, como los protagonistas de esta historia, les esperó el frÃo, el suelo húmedo y terrible de una playa en invierno: la playa de Argelers. Huyeron de Catalunya agotados y tristes, pero con la mÃnima esperanza de obtener refugio en el sur de Francia. Lo que les esperaba allà no era un techo caliente, sino un campo de concentración. El campo de Argelers se abrió el 3 de febrero de 1939 para mantener controlados a los republicanos que huÃan tras saber que las tropas franquistas estaban ganando la guerra (en enero habÃa caÃdo Barcelona). Hasta 1941, año en que se cerró, pasaron por allà 465.000 personas. No sabÃan que serÃan tratados como prisioneros de guerra. Argelers fue el primer campo de concentración que se construyó en el Rosselló, y las infraestructuras que, demasiado deprisa se construyeron, eran pésimas: barracas en mal estado. Una alambrada espinosa rodeaba el campo, que estaba protegido y vigilado por guardianes senegaleses. FrÃo, hambre, prostitución, enfermedades. Los que allà se encontraban luchaban por su supervivencia.
La playa de Argelers un domingo de marzo. La lluvia y el frÃo de ese dÃa nos recordaron las condiciones en las que tuvieron que vivir los refugiados. Pisar su arena es pisar una historia dura y triste.
Pero una gota de color tiñe esta trágica historia; la protagoniza una mujer, un ángel, una salvadora: Elisabeth Eidenbenz, una maestra suiza que llegó como voluntaria para ayudar a las madres que habÃa en los campos de refugiados (tras el de Argelers, se construyeron más en Le Boulou, Saint Cyprien, Barcarès, Rivesaltes, Vernet y Bram). Algunas de las que allà se encontraban, estaban embarazadas o habÃan tenido recientemente a sus bebés. Evidentemente, las condiciones en las que parÃan en Argelers no eran adecuadas; una mujer embarazada o bien perdÃa a su hijo o morÃa ella en el parto. Elisabeth, en calidad de enfermera, luchó para mejorar las vidas de estas mujeres condenadas y consiguió transformar en maternidad un palacio cercano al campo de concentración, situado en la localidad de Elna. A dÃa de hoy, se conoce como la Maternidad de Elna y ayudó a salvar a 597 niños y niñas. Las mujeres embarazadas que llegaban allà les parecÃa que habÃan salido del infierno: podÃan dormir calientes en unas habitaciones grandes con camas, estaban acompañadas y bien atendidas. La Maternidad está llena de historias personales, de adultos que dan gracias por su vida a Elisabeth Eidenbenz, una mujer que se preocupó por las desgracias de su tiempo.
Esta excursión, magnÃficamente guiada por Assumpta Montellà , la autora del libro La Maternidad de Elna, también nos llevó a Collioure, un pueblo costero con un gran encanto (fascinó a los fauvistas como Matisse y Derain por su gran luminosidad). A parte de sus calles tan bonitas y de su magnÃfico castillo templario, alberga en su cementerio la tumba del poeta Antonio Machado. Él fue uno de esos intelectuales que, huyendo de la guerra civil, murió camino del exilio; precisamente en Collioure, a los 63 años.
El palacio de la Maternidad se construyó en el año 1900 y cuando llegó Elisabeth Eidenbenz estaba casi abandonado. Lo reconstruyeron en 1939 y lo acondicionaron con la ayuda de la Cruz Roja internacional. Los suministros también procedÃan de esta asociación y de la ayuda humanitaria que pudieron conseguir. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, la Maternidad también acogió a madres judÃas que huÃan del régimen de Vichy y de los nazis, hasta que la gestapo la clausuró en 1944. El edificio volvió a quedar abandonado hasta que en los años '90, un artista del vidrio instaló allà su taller. Casualmente conoció lo que habÃa pasado y, junto a uno de los niños que habÃa nacido allÃ, decidió rescatar su historia. Actualmente, pertenece al Ayuntamiento de Elna, que lo acondicionó como museo dedicado a la figura de Elisabeth Eidenbenz.
Ubicación geográfica
Visita: 03/2016
* Todas las fotografÃas han sido tomadas por mÃ. Si quieres reproducir
alguna de ellas, por favor, contacta conmigo a través del formulario de
contacto. ¡Gracias!
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