Los templos de Hōryūji
Uno de los legados más impresionantes, y puede que de los más desconocidos por los occidentales, es el del arte japonés. Con el paso de los años se ha ido introduciendo con más intensidad entre nuestra sociedad, ya que, cada vez más, vivimos en un mundo globalizado donde la cultura no conoce fronteras. Sus influencias ya se dejaron notar entre los artistas parisinos de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX; aquellas estampas tan características del arte japonés fascinaron a pintores tan reconocidos como Toulouse-Lautrec, que aplicó, en algunos de sus carteles, las leyes compositivas japonesas, basadas en las marcadas líneas diagonales y el corte lateral de algunas figuras.
De esta manera, y habiendo dado ya el primer paso, sería cuestión de tiempo que la cultura japonesa penetrara de forma gradual en Europa, creando en nuestra mente una especie de fascinación y extrañeza por todo aquello que se nos presentaba tan diferente a nuestros ojos. Para mí, una de las muestras más originales del arte de aquellas islas es la arquitectura y, en especial, los templos. El complejo de Hōryūji es, quizá, uno de los más conocidos, pues refleja la majestuosidad de los recintos religiosos de aquella zona, aunque de los originales templos no se conserve demasiada cosa.
Para que veáis las características básicas de este ámbito budista, os copiaré el fragmento que recoge Rossella Menegazzo en su libro Japón, de la colección Grandes Civilizaciones. También pondré las fotografías que lo acompañan, pues profundizan un poco más sobre el tema. Podéis pinchar en la imagen para verlas más grandes.
Hōryūji
El complejo de templos de Hōryūji se halla en la ciudad de Ikaruga, en las montañas de Nara, y es uno de los más vastos e importantes centros del budismo de la escuela Hossō en Japón. Fue construido, aunque en dimensiones reducidas respecto a las actuales, por orden del príncipe Shōtoku entre 601 y 607, cerca de su residencia de Ikaruga no miya. Hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando se convirtió en una secta propiamente dicha, en su interior se desarrolló poco a poco un auténtico culto dedicado a la figura de Shōtoku, considerado una divinidad protectora del budismo por la divulgación que llevó a cabo durante toda su vida. Del templo original de Shōtoku arquitectónicamente no queda casi nada, pero en el interior de Hōryūji se han conservado muchas obras del templo que hacen de ella una de las mayores colecciones de arte de la época Asuka.
Actualmente el templo consta de dos núcleos, uno occidental (saiin), de finales del siglo VII y que es el más antiguo de todos los que existen en Japón, y uno oriental, más pequeño (tōin). El complejo occidental se levantó en una zona ligeramente al noroeste respecto al lugar en el que estaba el primer templo, tras la destrucción de este en 670. Y si bien en la disposición compleja de los edificios fue un templo innovador, no lo fue en la construcción de los mismos, fiel a la arquitectura china clásica de cien años antes.
- Para más información:
Autora: Rossella Menegazzo
Editorial: Electa, colección Grandes Civilizaciones, 2008
Formato: Tapa blanda, 384 págs.
Precio: 25€
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