Nastagio degli Onesti: De Boccaccio a Botticelli (III)
Las escenas representadas en las cuatro pinturas siguen fielmente -aunque con algunas excepciones que ahora veremos- la narración de Boccaccio. Botticelli y sus ayudantes intentaron aportar una visión de conjunto, escenificando los momentos más significativos del relato y adaptando, al estilo del pintor y al gusto de la época, la fisonomía y las ropas de todos los personajes.
Cuadro I
El primer cuadro de la serie representa el momento más álgido de toda la narración: al trasladarse a la ciudad de Classe, por consejo de sus amigos, Nastagio intenta rehacerse de su desengaño amoroso. Un día que pasea melancólico por un pinar de la localidad, pensando en sus desafortunados amores con la hija de Paolo Traversari, se le aparece, de repente, una joven desnuda que está siendo perseguida por un caballero. Los perros la muerden ferozmente, a pesar de los intentos de Nastagio de evitarlo. El caballero, enfurecido, le reprocha a Nastagio su intervención y le cuenta cómo, rechazado por esa mujer, se había suicidado.
Nastagio degli Onesti (I)
(1483)
[Museo del Prado]
(1483)
[Museo del Prado]
Botticelli optó por una composición tripartita que relata, de manera correlativa, tres escenas diferentes: a la izquierda observamos a los amigos de Nastagio que hablan ante los pabellones que han traído de Rávena -le advierten al protagonista que se animaría si fuera a dar una vuelta-; inmediatamente, vemos una nueva escena, la de Nastagio melancólico y pensativo paseando por el pinar; en la tercera, situada en el centro de la composición, se nos aparece la visión de la mujer perseguida por el caballero y los perros, y el intento de Nastagio de ayudarla. Podemos comprobar como esta escena se ubica en un lugar preeminente: la fisonomía de la mujer atrae la mirada del espectador. Ante esta imagen, las otras escenas que se representan parecen no cobrar importancia, pues la fuerza y el gesto de la mujer es tal que domina toda la estructura del cuadro. En este aspecto, Botticelli parece haber conseguido transmitir a la perfección la trascendencia de la visión de la mujer perseguida que Boccaccio relata en su novella. Encontramos tan sólo un par de diferencias; una de ellas bastante significativa: Boccaccio nos habla de un caballero de armadura oscura montado sobre un caballo negro y acompañado de dos perros de piel oscurecida, denotando así la procedencia infernal de la aparición. En la pintura, en cambio, se ha optado por representar al caballo y al perro de color blanco, sacrificando así la simbología por la estética. El pinar ya otorgaba a la composición un aspecto apagado; si se hubiera representado al personaje del caballero con un tono más oscuro, el resultado final hubiera sido poco distinguible. De esta manera, el conjunto tenía un aspecto más luminoso y clarificador. Por otra parte, la mujer no aparece completamente desnuda, tal y como nos cuenta Boccaccio, sino que aparece tapada con un mantel fino y casi transparente. Eso responde estrictamente al gusto y al decoro de la época.
Cuadro II
El segundo cuadro representa la continuación inmediata del anterior: Nastagio se horroriza al ver que el caballero, desmontando, arranca el corazón y las entrañas de la joven para dárselas a los perros, que las devoran intensamente.
Nastagio degli Onesti (II)
(1483)
[Museo del Prado]
(1483)
[Museo del Prado]
«Se echó como un perro rabioso con el estoque en la mano sobre la joven, que arrodillada y sujeta con fuerza por los dos mastines le pedía a gritos piedad, y con todas sus fuerzas la hirió en medio del pecho y la atravesó de parte a parte. Cuando la joven hubo recibido este golpe, cayó de inmediato de bruces sin dejar de llorar y gritar, y el caballero, echando mano a un cuchillo, la abrió por la espalda, y sacándole el corazón y todo lo demás de alrededor, se lo echó a los dos mastines, que muy hambrientos se lo comieron rápidamente»
En este caso, se representan dos escenas diferentes: por un lado, en primer plano, centrado y de manera destacada, vemos a Nastagio con la cara desencajada, llena de horror y consternación, debido a los atroces actos del caballero que, sin ningún tipo de compasión, abre la espalda de la mujer para extraer sus entrañas; en el extremo derecho, podemos ver cómo los perros ya disfrutan de este suculento manjar. Por otra parte, en el fondo de la composición se repite de nuevo la escena de cacería y muerte, dándonos a entender que la pareja está condenada a reiterar continuamente esta maldición.
Estilísticamente, podemos comprobar cómo difiere del primer cuadro. En este caso, las líneas tienen un tratamiento más elegante y ornamental; y el paisaje, a pesar de compartir el mismo escenario, es diferente: las dos tienen el mismo mar de fondo, pero en la primera pintura abundan las montañas, y en la segunda se ha optado por la representación de una ciudad, con edificios urbanos de tipo gótico, muy inspirado en los típicos paisajes que aparecen en las pinturas flamencas. Esto demuestra, una vez más, que la serie no fue pintada por un mismo autor, sino que intervinieron diversas manos. Es en este cuadro donde deberíamos buscar más la participación de Botticelli.
Cuadro III
El tercer cuadro se sitúa una semana después de la visión acontecida a Nastagio. La presencia de aquellas ánimas había hecho que al joven se le ocurriera un plan: convocar un banquete en el mismo lugar del pinar donde había aparecido la visión. Nastagio sabe con toda seguridad que las figuras infernales volverán a aparecer; y así es: cuando los comensales están a punto de finalizar los postres se reproduce la visión. Los invitados se agitan nerviosos y reaccionan de diversas maneras ante la presencia de la mujer desnuda y del caballero, mientras Nastagio intenta tranquilizarlos, explicándoles el misterio que han presenciado. La joven Traversari, muy asustada por lo que acaba de ver, y temiendo un destino similar, le acaba otorgando su amor a Nastagio.
Compositivamente, se representan dos escenas: alcanzando prácticamente todo el lienzo, se ubica la escena del banquete y la aparición en un primer plano. Podríamos decir que este episodio está compuesto por tres planos en horizontal -Nastagio y los aparecidos, los comensales dispuestos alrededor de la mesa, y el paisaje de fondo con los pinos, el mar, los barcos, las montañas y los escudos de las tres familias: los Pucci, los Bini y los Médicis-. Al fondo a la derecha observamos otra escena: en las tiendas, donde hay los criados y el caballo, está la criada de la hija de Paolo Traversari que habla con Nastagio para darle el consentimiento de su señora.
En la mesa podemos ver el retrato de Antonio Pucci, sentado y vestido de negro en un extremo. Bajo el escudo de los Médicis, se representa a Paolo Traversari; y a la izquierda -en un lugar preeminente y estratégico para observar mejor la visión-, levantada y vestida de blanco, a su hija, la enamorada de Nastagio. Vemos también cómo los árboles que se alzaban en un estricto primer plano han sido talados para disponer la mesa y no interrumpir la vista del espectador hacia la escena que se está llevando a cabo. En esta representación, así como en la siguiente, podemos apreciar la moda del Quattrocento. En este sentido, esta adaptación es también una buena muestra gráfica para el estudio del vestido en esta época.
Cuadro IV
El último cuadro es el que se aleja más de Boccaccio: representa el banquete nupcial de Nastagio con la hija de Paolo Traversari, momento que no figura en el relato del Decamerón, aunque se alude a él. Aquí, el pinar ha desaparecido por completo; no figuran ni los árboles, ni las montañas, ni la lejana ciudad que aparece al fondo de los dos cuadros anteriores. Esta ambientación ha sido sustituida por una arquería con columnas, muy típica de las loggia florentinas, y el arco de Constantino, que cierra la composición simbolizando el triunfo del enlace entre las dos familias.
En esta pintura volvemos a encontrar a los familiares y a los principales protagonistas del relato, identificados por el color de sus vestidos, sentados de manera ordenada en el momento de servir los postres -vemos a los criados que se aproximan por los extremos llevando los platos-. La escena constituye un típico banquete aristocrático: todo está dispuesto en orden, las ropas son ricas y espléndidas, y los manjares demuestran la abundancia y la ostentación de estas poderosas familias florentinas. A la izquierda, podemos ver a Nastagio ofreciendo vino a su esposa, que está rodeada de sus amigas; a la derecha, se representaría de nuevo a Antonio Pucci y a Paolo Traversari.
Compositivamente, se representan dos escenas: alcanzando prácticamente todo el lienzo, se ubica la escena del banquete y la aparición en un primer plano. Podríamos decir que este episodio está compuesto por tres planos en horizontal -Nastagio y los aparecidos, los comensales dispuestos alrededor de la mesa, y el paisaje de fondo con los pinos, el mar, los barcos, las montañas y los escudos de las tres familias: los Pucci, los Bini y los Médicis-. Al fondo a la derecha observamos otra escena: en las tiendas, donde hay los criados y el caballo, está la criada de la hija de Paolo Traversari que habla con Nastagio para darle el consentimiento de su señora.
En la mesa podemos ver el retrato de Antonio Pucci, sentado y vestido de negro en un extremo. Bajo el escudo de los Médicis, se representa a Paolo Traversari; y a la izquierda -en un lugar preeminente y estratégico para observar mejor la visión-, levantada y vestida de blanco, a su hija, la enamorada de Nastagio. Vemos también cómo los árboles que se alzaban en un estricto primer plano han sido talados para disponer la mesa y no interrumpir la vista del espectador hacia la escena que se está llevando a cabo. En esta representación, así como en la siguiente, podemos apreciar la moda del Quattrocento. En este sentido, esta adaptación es también una buena muestra gráfica para el estudio del vestido en esta época.
Cuadro IV
El último cuadro es el que se aleja más de Boccaccio: representa el banquete nupcial de Nastagio con la hija de Paolo Traversari, momento que no figura en el relato del Decamerón, aunque se alude a él. Aquí, el pinar ha desaparecido por completo; no figuran ni los árboles, ni las montañas, ni la lejana ciudad que aparece al fondo de los dos cuadros anteriores. Esta ambientación ha sido sustituida por una arquería con columnas, muy típica de las loggia florentinas, y el arco de Constantino, que cierra la composición simbolizando el triunfo del enlace entre las dos familias.
En esta pintura volvemos a encontrar a los familiares y a los principales protagonistas del relato, identificados por el color de sus vestidos, sentados de manera ordenada en el momento de servir los postres -vemos a los criados que se aproximan por los extremos llevando los platos-. La escena constituye un típico banquete aristocrático: todo está dispuesto en orden, las ropas son ricas y espléndidas, y los manjares demuestran la abundancia y la ostentación de estas poderosas familias florentinas. A la izquierda, podemos ver a Nastagio ofreciendo vino a su esposa, que está rodeada de sus amigas; a la derecha, se representaría de nuevo a Antonio Pucci y a Paolo Traversari.
- Para más información (bibliografía consultada):
- Bellosi, L., Folchi, M. «Sandro Botticelli y colaboradores. Historias de Nastagio degli Onesti»: Colección Cambó, cat. exp., Madrid: Museo del Prado; Barcelona: MAC, 1990, pp. 211-222.
- Boccaccio, Giovanni. «Nastagio de los Onesti»: Decamerón, Madrid: Cátedra, 2001.
- Cast, David. «Boccaccio, Botticelli y la historia de Nastagio degli Onesti»: Historias Inmortales, Barcelona: Galaxia Gutemberg, 2002, pp. 71-85.
- Finaldi, Gabriele, Garrido, Carmen. «La historia de Nastagio degli Onesti, cuadro III, el Banquete en el Pinar (1483)»: El trazo oculto. Dibujos subyacentes en pinturas de los siglos XV y XVI, cat. exp., Madrid: Museo Nacional del Prado, 2006, pp. 138-147.
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