Pinturas (VII): Invierno

12/24/2011 Beldz 8 Comments


Para ilustrar (y acompañar) un poco estos días navideños, he recopilado algunas pinturas del siglo XIX, cuyo tema principal es el paisaje invernal. Espero que os gusten tanto como a mí.

¡Felices fiestas!

Caillebotte
Boulevard Haussmann, Snow (1880)


Childe Hassam
Boston common at twilight (1886)


Courbet
Cliffs by the sea in the snow (1870)

Eduard Gaertner
Berlin, Gendarmenmarkt im Winter (1857)

Caspar David Friedrich
Hünengrab im Schnee (1807)

Luigi Loir
Paris with Snow (1889)

Monet
Magpie (1869)

Monet
Snow at Argenteuil (1874)

Norbert Goeneutte
The Boulevard de Clichy under snow (1876)

Paul Fischer
A Winter's Day on Kongens Nytorv Copenhagen (1888)

Pissarro
Street in the Snow, Louveciennes (1872)

Pissarro
Boulevard Montmartre. Winter Morning (1897)

8 comentarios:

Princesas, de Eduard von Keyserling

12/18/2011 Beldz 3 Comments


Ya está disponible en La Espada en la Tinta mi nueva reseña. Esta vez toca otra historia de época, ambientada en la Alemania de principios del siglo XX, de Eduard von Keyserling -del que ya reseñé en su día "Un ardiente verano"-:

Las apariencias engañan, para bien o para mal. O al menos eso dicen. Conservarlas entre la aristocracia decimonónica era fundamental para su supervivencia. Su comportamiento ante la sociedad, e incluso en su propia casa, se basaba en un estricto código moral que acarreaba graves consecuencias si se tenía la osadía de quebrantar. Una de ellas era, por supuesto, el aislamiento del círculo privilegiado de la nobleza; la renuncia, el abandono y la humillación ante sus semejantes. Bien lo sabía nuestro autor, Eduard von Keyserling (1855-1918), miembro de una antigua e ilustre familia alemana del Báltico. Y conocía también, como intelectual y escritor, lo que ocurría a principios del siglo XX: esos códigos de conducta, esas viejas reglas aristocráticas, empezaban a estar ya caducas. Las transformaciones sociales y tecnológicas que tuvieron lugar en la sociedad de mediados del siglo anterior, penetraron intensamente en el antiguo orden.
Continuar leyendo


3 comentarios:

Anotaciones sobre la pintura de paisaje

12/16/2011 Beldz 0 Comments


Estos días estoy leyendo "Cartas y anotaciones sobre la pintura de paisaje", del médico y pintor alemán Carl Gustav Carus (1789-1869). Por su formación, Carus expone sus ideas básicas sobre el paisajismo pictórico: la relación entre arte y ciencia, entre el hombre y la Naturaleza. Evidentemente, estos conceptos nos llevan a hablar directamente de la pintura de paisaje del Romanticismo, donde gustaba de representar al individuo rodeado de una naturaleza eterna e ilimitada. Ésto podemos verlo, sobre todo, en las pinturas de Caspar David Friedrich, del cual Carus era un gran admirador y amigo. No sólo se nota en sus pinturas, muy influenciadas por él, sino también en sus escritos, impregnados totalmente de la estética romántica. En un bellísimo pasaje del libro, que ahora mismo paso a reproduciros, describe poéticamente esa sensación de inmensidad que el hombre siente al encontrarse de lleno con la Naturaleza. Y es que para los románticos alemanes, la Naturaleza tenía un carácter místico y religioso; sagrado. Al leer ese fragmento, no pude dejar de evocar la ya tan conocida "Caminante sobre un mar de niebla" (1818), de Caspar David Friedrich, cuyas pinturas no pueden entenderse sin conocer ese carácter simbólico-religioso impregnado en el paisaje:

"Tan sólo lo que nos toque directamente, lo que esté estrechamente vinculado a nosotros, puede en sus mudanzas excitarnos con la mayor energía, y colmarnos de ansia o de odio; sin embargo en la Naturaleza libre, que nos parece como completamente objetiva, advertimos más bien una vida volcada sobre sí misma, calmada, regular. La mudanza de los días y las estaciones, el cortejo de las nubes y el fasto de colores de los cielos, el flujo y el reflujo de la mar, la lenta pero imparable transformación de la superficie terrestre, la erosión de las desnudas cimas de los montes cuyos granos producen al disolverse tierra fértil, el brotar de las fuentes que siguen los trazos de las montañas y acaban por confluir en arroyos y corrientes, todo sigue leyes eternas y calladas a cuyo imperio también nosotros estamos sometidos, cierto, que nos arrastran consigo pese a toda resistencia y que, sin duda, al forzarnos con un secreto poder a dirigir la mirada a una esfera enorme, gigantesca, de sucesos naturales, nos apartan de nosotros mismos haciéndonos sentir nuestra pequeñez y debilidad, pero cuya contemplación, no obstante, dulcifica al mismo tiempo las tormentas interiores y ha de surtir por fuerza un efecto apaciguador. Sube a la cumbre de la montaña, mira las largas hileras de las colinas, contempla el discurrir de los ríos y toda la magnificencia que se abre a tu mirada, ¿y qué sentimiento se apodera de ti? Es un tranquilo recogimiento, te pierdes a ti mismo en espacios ilimitados y todo tu ser se aclara y se purifica apaciblemente, tu yo se esfuma, tú no eres nada, Dios es todo".

Carl Gustav Carus: "Cartas y anotaciones sobre la pintura de paisaje. Diez cartas sobre la pintura de paisaje con doce suplementos y una carta de Goethe a modo de introducción". Madrid, Visor (La balsa de la Medusa, 54), 1992, pp.70-71.

0 comentarios:

Edward Burne-Jones: El último sueño de Arturo en Avalon

12/01/2011 Beldz 9 Comments


Como a todos los pintores prerrafaelitas, a Edward Burne-Jones (1833-1898) también le fascinaba la leyenda del rey Arturo y los temas míticos. "El último sueño de Arturo en Avalon" es una buena muestra de ello. Tardó diecisiete años en terminarla. Encargada en 1881 por el noveno conde de Carlisle, George Howard, para decorar la biblioteca del castillo de Naworth, mostraba a Arturo en su lecho de muerte, en la imaginaria isla de Avalon, rodeado de Morgana y de otras mujeres o hadas que velaban por él. Burne-Jones estaba obsesionado con ella: se dice que incluso dormía en la misma postura que Arturo, y trabajó y retocó su pintura hasta el último día de su muerte. Con un estilo esteticista y de formas alargadas de gran belleza, influyó decisivamente en los simbolistas de finales de siglo. No hay duda de que se trata de su gran obra maestra.

Edward Burne-Jones
The Last Sleep of Arthur in Avalon (1881-1898)

[Ponce Museum of Art, Puerto Rico]


Entonces sir Bedevere tomó al rey sobre su espalda, y fue con él a aquella playa. Y cuando estuvieron en la playa, cerca de la orilla estaba detenida una pequeña barca con muchas hermosas damas dentro, y entre ellas había una reina, y todas llevaban caperuzas negras; y comenzaron a llorar y a plañir cuando vieron al rey Arturo.
-
Ahora ponme dentro de la barca -dijo el rey.
Así lo hizo él suavemente; y allí le recibieron tres reinas entre grandes gemidos; lo sentaron, y en uno de sus regazos posó el rey la cabeza. Y entonces dijo dicha reina:
-
¡Ah, querido hermano!, ¿por qué habéis tardado tanto tiempo en venir a mí? ¡Ay, harto se ha enfriado esta herida de vuestra cabeza!
Y se apartaron remando de tierra, y sir Bedevere contempló cómo se alejaban todas estas damas. Entonces gritó sir Bedevere:
-¡Ah, mi señor Arturo, qué será de mí, ahora que os vais y me dejáis aquí solo entre mis enemigos? -Ten ánimo -dijo el rey-, y pórtate lo mejor que puedas, pues en mí no queda confianza en qué fiar; pues voy al valle de Avalón a sanarme de mi grave herida; y si no oyes hablar nunca más de mí, reza por mi alma.

Sir Thomas Malory
La muerte de Arturo
(Siglo XV)

9 comentarios:

Impresionistas: maestros franceses de la colección Clark

11/23/2011 Beldz 4 Comments


Si hace algunos años me hubieseis preguntado cuál era uno de mis movimientos pictóricos favoritos, sin duda no os habría dicho el impresionismo. También es cierto que aún estaba definiendo mis preferencias, y no tenía muy claro qué era lo que me gustaba realmente. No sé cómo fue que empezó a llamarme la atención uno de sus miembros más importantes: Claude Monet. A partir de ahí, al contemplar sus paisajes, tan luminosos y coloridos, tuve la sensación de que aquello se convirtiría casi en una pasión. Y así fue. Pero no sólo lo sentí por el pintor de Giverny, sino también por aquellos que le ayudaron a transformar la pintura a mediados del siglo XIX: Manet, Renoir, Sisley, Pissarro, Degas... y por aquellos que le influenciaron en sus inicios: Jongkind, Boudin y los miembros de la escuela de Barbizon, como Corot, Rousseau o Troyon.

Todos ellos tienen su representación en la exposición "Impresionistas: Maestros franceses de la colección Clark", que estos meses tiene lugar en el Caixaforum de Barcelona (del 17 de noviembre de 2011 al 12 de febrero de 2012) y que ha sido realizada conjuntamente con el Sterling and Francine Clark Art Institute (Williamstown, Massachusetts). Para ilustrar mejor lo que podéis encontraros en ella, os copio la descripción del folleto informativo -resume muy bien el contenido de la exposición-. Si tenéis oportunidad de verla, no os la perdáis. A mí me ha parecido magnífica.

Théodore Rousseau - Granja en las Landas (1867)
Corot - Castel Sant'Angelo (1840)


"En abril de 1874, se celebró en el estudio del fotógrafo Nadar, en el Boulevard des Capucines de París, la primera exposición de un grupo de pintores que habían sido rechazados en el Salón Oficial: los impresionistas. El arte europeo entraba en una etapa marcada por una serie de cambios vertiginosos que, en pocos años, llevaron a prescindir de la apariencia, los colores naturales, el tema y la perspectiva, los elementos que, des de el Renacimiento, habían caracterizado la representación pictórica.

Cuando Sterling Clark se instaló en París, en 1910, algunos de los protagonistas de esta revolución pictórica aún estaban en activo. El 1916, Clark adquirió el cuadro "Joven haciendo ganchillo" de Auguste Renoir, atraído por el uso del color y la sensualidad de la imagen femenina. Fue el punto culminante de una pasión que le condujo a reunir una extraordinaria colección de obras de pintura francesa del paso del siglo XIX al XX: Clark no compartía el espíritu iconoclasta propio de muchas de las manifestaciones del arte contemporáneo, sino todo lo contrario, buscaba la continuidad entre las creaciones del pasado y del presente. Las obras que adquirió, principalmente de la primera etapa del impresionismo, convivían con los antiguos maestros y también con la pintura inmediatamente anterior, sin rupturas.

Corot - Bañistas en las islas Borromean (1870)
Monet - Calle de Sainte-Adresse (1867)


Pissarro - Saint-Charles, Éragny (1891)
Monet - Ocas en el arroyo (1874)


Monet
Acantilados en Étretat (1885)

Campos de tulipanes en Sassenheim (1886)


Pissarro
Camino a Versalles en Louveciennes (1870)

Camino. Efecto de lluvia (1870)


Renoir
Bahía de Nápoles, anochecer (1881)
El puente de Chatou (1875)

Esta ex
posición presenta las obras maestras de la colección de pintura francesa del Sterling and Francine Clark Art Institute, de Williamstown, Massachusetts. Para empezar, reconstruye el camino que condujo al impresionismo, cuando un grupo de pintores -Camille Corot, Jean-François Millet, Constant Troyon y Théodore Rousseau- decidieron retirarse al bosque de Barbizon, cerca de Fontainebleau, para poder pintar al aire libre. Tradicionalmente, el paisaje había sido el telón de fondo de escenas mitológicas o religiosas. Los artistas de la escuela de Barbizon lo hicieron pasar a un primer plano y establecieron una relación de intimidad con él, como si se quisieran fundir con la naturaleza.

Renoir - Venecia, el Palacio Ducal (1881)
Degas - Antes de la carrera (1882)


Daumier - Los coleccionistas (1863)
Sisley - Orillas del río Sena en By (1881)


Degas - Bailarinas en clase (1880)

Los impresionistas siguieron rápidamente sus pasos. Las primeras composiciones de Claude Monet, Gustave Caillebotte o Alfred Sisley aspiran a retener la impresión de un momento del día, de forma magnificente y suntuosa, a través de los efectos de la luz y del color. Hacia 1880, el impresionismo vive un momento de plenitud con la obra de Monet, quien lleva hasta las últimas consecuencias la búsqueda de la belleza. El cuadro es el resultado de la superposición de pinceladas individuales que crean el efecto de una explosión de luz; el punto de fuga desaparece y el paisaje se convierte en el objeto de una meditación trascendente. Los impresionistas también renovaron la pintura de interior y el bodegón. Escogieron temas sencillos vinculados a la vida cotidiana, al campo o a la ciudad y los retrataron como nadie lo había hecho hasta entonces: con una pincelada vibrante que recrea el efecto de la luz natural sobre la superficie de las cosas.

Giovanni Boldini
Muchacha haciendo ganchillo (1875)

Al cruzar la calle (1875)


Alfred Stevens
Recuerdos y remordimientos (1874)

La duquesa (El vestido azul) (1866)


Sisley - Cesto con manzanas y uvas (1881)
Morisot - Dalias (1876)


Renoir - Cebollas (1881)

Renoir fue la gran pasión de Sterling Clark, quien reunió treinta y nueve pinturas de este artista -desnudos, escenas de la vida moderna, retratos, autorretratos, paisajes y naturalezas muertas-, dedicando una especial atención a la primera etapa de su producción, entre 1874 y 1880, la más vinculada al impresionismo. Todas estas búsquedas conviven con el arte de los pintores académicos, quienes ponían sobre la tela temas convencionales: obras históricas, religiosas, mitológicas y retratos de personajes importantes. Para Sterling Clark, cualquier arte podía ser bueno en su categoría. Por eso, en su colección, las obras maestras de los pintores impresionistas conviven con las obras de los mejores pintores formados en la Academia de Bellas Artes de París.

Bouguereau - Desnudo sentado (1884)
Jean-Léon Gérôme - Mercado de esclavos (1866)


Jean-Léon Gérôme
Encantador de serpientes (1879)

Campesinas egipcias recogiendo agua (1875)


Renoir
Palco en el teatro (En el concierto) (1880)

Marie-Thérèse Durand-Ruel cosiendo (1882)


Renoir - La carta (1900)

En la parte final del recorrido se pone de relieve la aportación de los pintores postimpresionistas: de Honoré Daumier a Henry Toulouse-Lautrec, de Edgar Degas a Pierre Bonnard y Paul Gauguin. Colores claros y luminosos, que no siempre coinciden con los colores reales, y una concepción bidimensional del espacio al margen de las leyes de la perspectiva. Sterling Clark convirtió su pasión personal en un patrimonio colectivo. En 1955, creó su propio museo en Williamstown, en el estado de Massachusetts, que actualmente es un centro de referencia para los amantes de la pintura, con salas de exposiciones y centro de investigación y enseñanza superior".

Renoir
Muchacha dormida (1880)

Bañista rubia (1881)


Renoir
L'Ingénue (1874)

Mujer con abanico (1879)

Morisot - El baño (1886)
Carolus-Duran - El jardinero del artista (1893)


Tolouse-Lautrec
Carmen (1884)

La espera (1888)


Gauguin - Muchacha cristiana (1894)
Bonnard - Mujeres con perro (1891)


4 comentarios: