Nastagio degli Onesti: De Boccaccio a Botticelli (I)
El Decamerón, de Boccaccio, ha sido, ya prácticamente desde su publicación, un referente del mundo literario. A lo largo de toda la historia ha habido obras que han marcado un período, ya sea por el tema que tratan, por sus personajes, por su ambientación, por su mensaje o, principalmente, por su innovación. Son obras que han sido admiradas, copiadas, criticadas, transmitidas de generación en generación y, sobre todo, adaptadas a otros medios artísticos. Muchos han sido los que se han visto influidos por las aventuras de un caballero, por los sufrimientos de una dama, por el ambiente cortés de un relato o por la narración de una extraordinaria batalla; pintores, escultores, orfebres o miniaturistas tomaron como base un episodio en concreto de alguna obra literaria antigua, o de su tiempo, para crear una obra maestra. De esta manera, lo que sólo podía ser transmitido con palabras, ahora llegaba a los ojos del pueblo de una manera visual, directa. No hacía falta saber leer ni escribir para entender una pintura. El ejemplo que se cita con más frecuencia son las adaptaciones de pasajes de la Biblia: con la intención de convertir e instruir a todos aquellos que no tenían acceso a una buena educación, la Iglesia ordenó la decoración de sus templos con escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento. Dejando a un lado la polémica iconoclasta que surgió a causa de este hecho, la verdad es que fue una muestra más de las posibilidades que ofrecían las artes plásticas para adaptar episodios conocidos de un texto religioso. Evidentemente, las obras profanas también traspasaron el papel: podríamos citar los magníficos relieves que decoraban los templos clásicos con escenas extraídas de las tragedias griegas; o las imponentes esculturas de bronce que representaban a un héroe triunfante.
La Edad Media nos dejó, sobre todo, adaptaciones de tema religioso. Tendríamos que esperar al resurgimiento del mundo clásico en la Italia del siglo XV para encontrar un florecimiento de adaptaciones en pintura de tema diverso. El Decamerón se encontró en esa coyuntura, así como los centenares de temas mitológicos extraídos de los relatos clásicos que ahora experimentaban una recuperación. Era evidente que se había creado una nueva sensibilidad; y ésta se dejaba ver a través de la literatura, de la música y del arte. Las adaptaciones en pintura de obras literarias pasaban por un buen momento: muchos mecenas pedían a sus artistas -aún considerados unos artesanos- la realización de cuadros que representasen sus escenas predilectas. Así, pasarían a decorar las estancias de sus magníficos palazzos, ubicados en zonas preeminentes de la ciudad. Estas adaptaciones continuaron a lo largo del tiempo, pero sobre todo, y con mucha más intensidad, en el siglo XIX, cuando el sentimiento romántico se propuso la recuperación de los temas medievales; eso sí, pasados por el filtro de los años. El Romanticismo, que iba muy unido con el resurgimiento del sentimiento nacional, ajustó a la sensibilidad de su tiempo las antiguas leyendas medievales; y la pintura adaptó esta nueva adaptación, dejándonos muestras de una calidad extraordinaria. Escritores como Alfred Lord Tennyson, Lord Byron, Lord Dunsany, Arthur Conan Doyle, Samuel Taylor Coleridge o Walter Scott, para citar tan sólo algunos, exaltaron, a través de sus escritos, una Edad Media idealizada; y la pintura lo reflejaba a su manera en las obras de Thomas Cole, de Viollet-le-Duc, de Gustave Doré y en las de los pintores de la hermandad Prerrafaelita.
Las adaptaciones no se resignaron tan sólo a quedar relegadas al ámbito de las artes tradicionales. Cuando apareció una nueva forma de expresión a finales del siglo XIX, el cine, la literatura encontró otro medio favorable para manifestarse en imágenes; en este caso, en imágenes en movimiento. Ya el cine mudo adaptó obras clásicas de la literatura, como el "Drácula", de Bram Stoker, o "El Golem", de Gustav Meyrink. Incluso algunas de las diversas jornadas del Decamerón fueron adaptadas a la gran pantalla gracias al director italiano Pier Paolo Passolini. Y no sólo eso, sino que con el tiempo se realizarían también series de televisión.
Boccaccio: El Decamerón
El Decamerón es una recopilación de cuentos, escritos en italiano entre el 1349 y el 1351, divididos en diez jornadas con diez narraciones cada una de ellas, precedida de un prólogo dedicado a los amantes desgraciados y a las mujeres, y de una introducción en que se expone el argumento que sirve de enlace al centenar de relatos de que se compone la obra. El Decamerón empieza con una descripción de la Peste Negra que asoló Florencia en 1348. Este acontecimiento hace que siete damas y tres caballeros, huyendo de la epidemia, decidan retirarse al campo y, con la finalidad de distraerse, narren cuentos cada día. Estos cuentos, explicados por estos jóvenes, son los que recoge Boccaccio para formar su obra literaria más famosa.
El Decamerón está destinado, tal y como dice Boccaccio en el prólogo, al público femenino. El autor dice "ofrecer su libro a las mujeres, esas amables mujeres que, aunque sean apasionadas se ven obligadas a esconder las llamas de su amor y a seguir los gustos y los dictados de sus padres, madres, hermanos y maridos, encerradas en sus habitaciones, a menudo sumidas en la ociosidad y la melancolía". Y es que los temas que tratan los cuentos son casi todos profanos -predominando el del amor-, y basados en fuentes literarias más antiguas: en la obra se pueden rastrear influencias de los exempla, de los fabliaux, del roman francés y de los autores clásicos. La obra es un extraordinario testimonio de una época; una época que empezaba a cambiar, unas ciudades que empezaban a crecer, una nueva sociedad con una mentalidad diferente y una clase burguesa que, paralelamente, surgía con fuerza. Era el Renacimiento. Boccaccio se puede considerar un precursor de esta nueva época por el carácter humanista y antropocéntrico que se entrevé en su obra. Sus personajes son personas con defectos, alejados de los valores caballerescos y corteses de los relatos medievales; aparece gente vinculada a la ciudad, en este nuevo entorno comercial.
Boccaccio, con esta obra, acuñó el género de novella o cuento. No se debe confundir este término con el de novela o novela corta, pues no se trata de un relato continuo de más de cien páginas, sino que está formado por cuentos cortos, de muy poca extensión, con unas características propias.
Boccaccio, con esta obra, acuñó el género de novella o cuento. No se debe confundir este término con el de novela o novela corta, pues no se trata de un relato continuo de más de cien páginas, sino que está formado por cuentos cortos, de muy poca extensión, con unas características propias.
John William Waterhouse
A Tale from the Decameron (1916)
[Lady Lever Art Gallery, Liverpool]
A Tale from the Decameron (1916)
[Lady Lever Art Gallery, Liverpool]
La historia de Nastagio degli Onesti
«Nastagio de los Onesti, amando a una de los Traversari, gasta su riqueza
sin ser correspondido; los suyos le piden que se vaya a Classis; allí ve a
un caballero que da caza a una joven, la mata y dos perros la devoran;
invita a sus parientes y a su amada a un almuerzo, y ella ve cómo los
perros descuartizan a esa misma joven y, temiendo que le suceda a ella
algo semejante, toma por marido a Nastagio»
sin ser correspondido; los suyos le piden que se vaya a Classis; allí ve a
un caballero que da caza a una joven, la mata y dos perros la devoran;
invita a sus parientes y a su amada a un almuerzo, y ella ve cómo los
perros descuartizan a esa misma joven y, temiendo que le suceda a ella
algo semejante, toma por marido a Nastagio»
La octava novella de la quinta jornada del Decamerón, narrada por Filomena, nos cuenta la historia de Nastagio degli Onesti, un joven rico y noble de Rávena que ha heredado una gran fortuna. Nastagio está enamorado de la hija de Paolo Traversari -de linaje más alto que el suyo-, pero ella no le corresponde a su amor. El joven, desesperado -incluso piensa en suicidarse-, empieza a gastar su herencia, hasta el punto de que sus amigos, viendo que puede perder todo lo que tiene, le aconsejan dejar Rávena e ir a Classe, un pueblecito de las afueras, para olvidarse de sus preocupaciones. Pero una vez allí, acompañado de sus amigos, continua gastando lo mismo que antes, abandonándose a su tormento. Un viernes de mayo por la mañana, caminando taciturno por un pinar, escucha los dolorosos gritos de una mujer que se aproxima corriendo, desnuda, pues está siendo perseguida por un colérico caballero que monta un caballo negro flanqueado por dos perros que intentan morderla. Nastagio, viendo esta extraña escena, intenta salvarla, pero el caballero, Guido degli Anastagi, extirpando el corazón y las entrañas de la mujer y lanzándolas a los perros, se lo prohíbe y le explica la razón de su conducta: hace tiempo requirió con devoción a aquella mujer, pero ella no le quería; apenado, se suicidó con su propia espada, yendo de esta manera al infierno. La mujer murió poco tiempo después y, como consecuencia de este rechazo, también fue al infierno. El castigo para estos pecados era el de tener que repetir, una y otra vez, esta escena de cacería y muerte que Nastagio acababa de presenciar.
Al escuchar este relato, Nastagio se dio cuenta de que podía aprovecharlo. Decidió convocar un banquete en ese mismo lugar del pinar de Classe, el viernes de la semana siguiente, confiando que se reproduciría la misma escena. Su amada y sus familiares asisten al banquete: todo se lleva a término como de costumbre, hasta que, en el momento de servir los postres, se produce la aparición. Tal y como había previsto Nastagio, la visión causa el terror entre los asistentes. El miedo que domina a la joven Traversari es tan grande que piensa que correrá la misma suerte. Por este motivo, para evitar el mismo destino que la mujer de la visión, la amada ofrece su amor a Nastagio.
Al escuchar este relato, Nastagio se dio cuenta de que podía aprovecharlo. Decidió convocar un banquete en ese mismo lugar del pinar de Classe, el viernes de la semana siguiente, confiando que se reproduciría la misma escena. Su amada y sus familiares asisten al banquete: todo se lleva a término como de costumbre, hasta que, en el momento de servir los postres, se produce la aparición. Tal y como había previsto Nastagio, la visión causa el terror entre los asistentes. El miedo que domina a la joven Traversari es tan grande que piensa que correrá la misma suerte. Por este motivo, para evitar el mismo destino que la mujer de la visión, la amada ofrece su amor a Nastagio.
2 comentarios:
Cuando he terminado de leer tu post, me he quedado con sensación de que me faltaba algo. Y cuando estaba a punto de escribirte para completar la historia, me he dado cuenta de que es la primera parte de no se cuantas. Menos mal! casi meto la pata... Abrazos, ciao.
Jeje, sí, aún quedan algunas partes. No sé cuántas, porque tampoco quiero poner un montón de letra. Prefiero hacer diversos posts para hacerlo, quizá, más ameno.
Aún falta hablar del significado de la obra y de las pinturas que Botticelli hizo sobre esta historia :)
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