Quéribus y Peyrepertuse, bastiones cátaros
«Yo también me siento triste. En verdad, esta antigua fortaleza es un paraje sumamente melancólico, repleto de fantasmas del pasado. Huele a tragedia, a congoja y a crueldad»
(Henry James: Gabrielle de Bergerac)
Subiendo a la cima. En el fondo se puede ver, imponente, el castillo de Peyrepertuse
La zona de aparcamiento. Al lado se aprecia la caseta donde se tiene que comprar la entrada para subir. También hay tienda de recuerdos
La torre del homenaje
El pueblo de Cucugnan y, de nuevo, Peyrepertuse al fondo
Subiendo al castillo de Peyrepertuse
Entrada al castillo
Muralla y torre semicircular
Vivienda del gobernador. Tras el Tratado de los Pirineos (1659), el castillo fue dirigido por un gobernador hasta ser abandonado en tiempos de la Revolución francesa
Espectáculo de cetrería con el torreón de San Jorge al fondo. Esa fue la parte que nos quedó pendiente de visitar. Si ampliáis la imagen podréis ver los estrechos escalones por los que se tiene que subir
Emprendiendo la bajada
El castillo de Peyrepertuse visto desde la zona de aparcamiento
Muchos sabréis que me encanta el sur de Francia. Siempre que tengo una oportunidad planeo una pequeña excursión de ida y vuelta a este maravilloso lugar, lleno de historia y arte medieval. En esta ocasión, hicimos una escapada al departamento del Aude, en la región del Languedoc-Rousillon, para visitar dos impresionantes castillos cátaros: Quéribus y Peyrepertuse. Estos dos castillos, junto con los de Aguilar, Puilaurens y Termes, forman los llamados Cinco hijos de Carcassonne, un sistema estratégico y de defensa del territorio cuyo centro era la gran ciudadela de Carcasona.
Tras un viaje de aproximadamente dos horas en coche, llegamos a Cucugnan, nuestra primera parada. Desde Perpignan hasta aquí, se debe recorrer un camino de pueblecitos y viñedos, muy típico de la región: Espira-de-l'Agly, Estagel y Maury. Todo está muy bien indicado, así que no encontramos ningún problema para llegar hasta el Château de Quéribus. Aparcamos el coche en un lugar habilitado antes de emprender la subida a la cima. Comparada con el de Peyrepertuse, esta subida no es demasiado difícil. Si no se está habituado a caminar, y menos por caminos de montaña, puede resultar fatigosa. No obstante, con parar de vez en cuando es suficiente. Se aconseja llevar calzado cómodo e ir con cuidado. Los días de invierno, o con mucho viento, puede llegar incluso a ser peligroso.
Quéribus visto desde la zona de aparcamiento, listos para subir
El castillo de Quéribus se menciona por primera vez en el año 1020, en el testamento de Bernard Taillefer, conde de Besalú. Forma parte del condado de Besalú, y más tarde, en 1111, del de Barcelona. En 1162, cuando el conde de Barcelona es coronado rey de Aragón, el castillo pasa a ser propiedad de la casa de Aragón como fortaleza real. En tiempos de la cruzada albigense, Quéribus acogió religiosos cátaros: Benoît de Termes, diácono de la región del Razès, se refugió en el castillo, donde murió en 1241. Quéribus fue el último bastión de la resistencia cátara en caer a manos de los cruzados franceses en 1255. Con la conquista francesa, Quéribus estuvo bajo dominio del rey San Luís. El castillo resultó ser una de las piezas clave del dispositivo militar francés, del cual Carcassona era el centro militar. A finales del siglo XIII y durante el siglo XIV, fue reconstruido totalmente por los reyes de Francia, perdiendo su interés estratégico en 1659, cuando se firma el Tratado de los Pirineos y el Rosellón queda anexionado a Francia. Quéribus es testimonio de los acontecimientos trágicos que marcaron la historia de la región. En el año 1907 fue declarado Monumento Histórico.
La subida, aunque cansa, y más en verano, no tiene desperdicio. Se puede contemplar un paisaje precioso que da cuenta del lugar estratégico en que se construyó el castillo. Desde arriba dominaba toda la región de las Corbières, Fenouillèdes y la Plana del Rosellón. Quéribus está construido sobre un pico rocoso de 728 metros de altitud.
Subiendo a la cima. En el fondo se puede ver, imponente, el castillo de Peyrepertuse
La zona de aparcamiento. Al lado se aprecia la caseta donde se tiene que comprar la entrada para subir. También hay tienda de recuerdos
Si lo comparamos, otra vez, con el castillo de Peyrepertuse, Quéribus está mejor conservado. Aún pueden verse algunos elementos de la vida cotidiana, como cisternas, chimeneas, hornos, despensas... y diversas salas de uso indispensable, como la residencia del señor. De hecho, el punto culminante de la visita es la torre del homenaje. En su interior, se alza una sala de estilo gótico de dos plantas, iluminada por una preciosa ventana gótica. El techo, ornamentado con arcadas ojivales, se sustenta sobre una gruesa columna central. Ver esta sala es maravilloso.
La torre del homenaje
El pueblo de Cucugnan y, de nuevo, Peyrepertuse al fondo
Cucugnan
Este pintoresco pueblo vive de la viña y del turismo. Se aprecia el molino de viento (Le moulin d'Omer), restaurado en 2003
Antes de emprender la subida al castillo de Peyrepertuse, hicimos una parada para comer cerca de Cucugnan. Teníamos que reponer fuerzas. Y suerte que lo hicimos, porque subir a Peyrepertuse es muchísimo más cansado que subir a Quéribus; aunque también mucho más bonito. Se tarda unos 20 minutos en subir. De nuevo, tuvimos que dejar el coche en un lugar habilitado para ello, y pagar la correspondiente entrada (muy cara por ser temporada alta). La distancia de Quéribus a Peyrepertuse es de tan sólo 10 minutos. Si antes os decía que tuvierais cuidado en subir a Quéribus si hacía mucho viento, o helaba en invierno, aún debéis tenerlo más aquí, porque el camino es pedregoso y resbaladizo. Pero vale mucho la pena.
La zona fue ocupada en época romana desde el siglo I a.C. La primera mención data del año 1070, época en que Peyrepertuse pertenecía al condado de Besalú; y, más tarde, al vizcondado de Narbona. En 1240, como resultado de la cruzada albigense, pasó a ser propiedad del rey de Francia. Peyrepertuse se convierte en una de las fortalezas más avanzadas de la frontera con el reino de Aragón. En 1659, debido al Tratado de los Pirineos, pierde su interés estratégico. Finalmente, es abandonado en los primeros años de la Revolución.
Subiendo al castillo de Peyrepertuse
El castillo de Peyrepertuse se alza sobre una cresta calcárea de 800 metros de altitud, y es uno de los castillos cátaros más grandes. Tiene tres partes diferenciadas: la muralla baja, el centro, y el torreón de Sant Jorge. La muralla baja es de forma triangular, y es lo primero en visitar cuando coronas la cima. Aquí se encuentra la iglesia de Santa María -de estilo románico- y diversas zonas de residencia, aunque están bastante mal conservadas y derruidas. Esta muralla está flanqueada por dos torres semicirculares que pueden verse desde el camino de ronda, es decir, desde el camino de subida.
Entrada al castillo
Muralla y torre semicircular
En el centro se alzan unas ruinas pertenecientes a un edificio de construcción poligonal. Precisamente en este espacio, y durante todo el mes de agosto, tenía lugar un espectáculo de cetrería. Cuando nosotros llegamos, el espectáculo acababa de empezar. Y como la cetrería es una atracción que ya hemos visto muchas veces en los mercados medievales, aprovechamos para recorrer más tranquilamente el castillo. Prácticamente todos los demás visitantes se reunían en aquella zona para ver los halcones. Sin embargo, tan sólo vimos la mitad del castillo. Fuimos incapaces de ver la tercera zona, donde se alza el torreón de San Jorge -donde hay una iglesia, una capilla, un ábside y una zona residencial-. Para llegar allí se tenía que subir una gran pendiente y unos escalones muy resbaladizos. Estábamos muy cansados, y aún nos faltaba volver a bajar.
Vivienda del gobernador. Tras el Tratado de los Pirineos (1659), el castillo fue dirigido por un gobernador hasta ser abandonado en tiempos de la Revolución francesa
Al fondo puede verse el castillo de Quéribus
Espectáculo de cetrería con el torreón de San Jorge al fondo. Esa fue la parte que nos quedó pendiente de visitar. Si ampliáis la imagen podréis ver los estrechos escalones por los que se tiene que subir
Emprendiendo la bajada
El castillo de Peyrepertuse visto desde la zona de aparcamiento
Tan sólo me queda añadir que disfruté muchísimo viendo estos dos castillos cátaros. Fue una excursión muy bonita, y os la recomiendo si alguna vez tenéis la oportunidad de acercaros por esa región. Es un lugar mágico y lleno de historia. Además, siempre te acabas llevando a casa algún recuerdo de tipo medieval. Nosotros nos compramos un lápiz adornado con la flor de lis y un caballero de goma; un llavero de un caballero hospitalario; y otro llavero con la cruz y el lema de los templarios: Sigillum Militum Xpisti (El sello de los soldados de Cristo).
7 comentarios:
La verdad es que tanto las vistas como los castillos tienen una pinta tremenda... Algún año tendré que planificar una ruta por los castillos de Francia (una zona, claro está xD)
La suerte que tenemos nosotros es que nos pilla bastante cerca. Desde aquí, te plantas a la frontera en una hora y media. Así vamos conociendo el sur de Francia poco a poco.
Pues sí, yo que no estoy acostumbrada a andar por la montaña, hacer esta excursión me dejó reventada. Entre conducir y subir por esas cuestas... Pero en fin, que como he dicho, vale la pena el esfuerzo :)
No sabes cómo te envidio... Si yo conduzco durante un par de horas... rodeo la isla.
No hay nada mejor que viajar y conocer nuevos sitios :D
Por cierto, leo en tu twitter lo de la expo Prerrafaelita... Siento ran debilidad por la Hermandad. Hace unos años tuve la suerte de ver con mis propios ojitos muchas de las obras principales en el Museo del Prado.
Bisous!
¡Hola Cicely!
Lástima que cueste tanto dinero viajar. Ahora mismo, sólo me puedo permitir hacer pequeñas excursiones. Me encantaría visitar muchos sitios, principalmente en Europa, pero la economía ya sabes cómo está.
Hay un montón de exposiciones interesantes en Londres. Esta de los prerrafaelitas tiene una pinta estupenda. A mí también me encanta la Hermandad... Bueno, el arte inglés del siglo XIX en general me gusta muchísimo. Cuando estuve en Londres pude ver una exposición, también en la Tate, sobre los románticos ingleses. Se llamaba "Romantics", ¡y fue espectacular!
¿Recuerdas cómo se llamaba la exposición del Prado, o en qué año era? Tuviste mucha suerte de poderla ver :)
Ahh.. qué envidia! Peyrepertuse y Quéribus son dos de los castillos cátaros que más ganas tengo de conocer. Tras Montségur, son de los que más me interesan.
Bonitas fotos y no dudo que te lo debiste pasar en grande. Visitar estos castillos siempre es una paliza por el ascenso que supone, pero merece sobradamente la pena.
Saludos!
¡Buenas, Jolan!
La verdad es que la visita merece mucho la pena. Ha sido una de las mejores excursiones que he hecho, a pesar de que terminé el día muy cansada. Pásate por aquí cuando tengas otra oportunidad. Con un par de días, además, puedes visitar los otros castillos cátaros que hay en las cercanías.
Subir a Montségur también debe ser bastante cansado, ¿no? Antes quiero visitar otras cosas que me quedan un poco más cerca, pero Montségur lo visitaré algún día, ¡sin duda!
Sí, subir a Montségur cansa, pero no creo que sea mucho más que a Peyrepertuse o Quéribus: una media hora de ascenso. Así que ya estás entrenada. :D
Yo en un par de semanas estaré por la región de Toulouse viendo a unos amigos... a ver si les convenzo para ver algún castillo cátaro!
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