La cocina de los cátaros: recetario medieval
Hablar de cocina cátara puede parecer extraño. Y más, teniendo en cuenta que los cátaros no se caracterizaban especialmente por poseer una cocina rica y elaborada. Al contrario; en su doctrina predominaba la abstinencia y el rechazo a buena parte de los alimentos que se consumían en la Edad Media. Por ejemplo, la carne y la leche. Pero no avancemos acontecimientos. Primero, para entender un poco los alimentos que tomaban, os contaré, a grandes rasgos, quiénes eran los cátaros: el catarismo fue un movimiento, considerado hereje, que se manifestó principalmente en el sur de Francia. Surgió como rechazo a la Iglesia establecida; una Iglesia corrupta, desviada de su propósito inicial. Los cátaros tan sólo deseaban volver a la pureza de los inicios del cristianismo y seguir el mensaje evangélico de Jesús. Sus seguidores eran fervientes devotos; lo eran tanto que estaban dispuestos a ser quemados en la hoguera antes de renunciar a su fe. Muy pocos fueron los que renegaron por miedo a la muerte.
Su doctrina contemplaba un mundo dual: el celestial, creado por Dios, y el terrenal, creado por el diablo. Así pues, rechazaban lo material y todo aquello proveniente del acto sexual, ya que era una obra diabólica. Seguían el ejemplo de Cristo y de varios preceptos contenidos en el Nuevo Testamento. Creían que Cristo sólo se había encarnado aparentemente, y no de manera real -es lo que se conoce como cristología docetista-. Por eso, rechazaban la cruz y el agua del bautismo. Para los cátaros, el único sacramento válido era el consolamentum, un ritual que convertía a sus seguidores ordinarios en perfectos. Como ya comenté en otra ocasión, los perfectos, tanto hombres como mujeres, constituían el orden sacerdotal de la Iglesia cátara y adoptaban una vida de pobreza y de castidad. En un rango inferior se encontraban los laicos que profesaban el catarismo y ayudaban a los perfectos en cuestiones como el alojamiento, la protección personal o la asistencia en sus sermones. Como podéis ver, el catarismo también creó una estructura jerárquica -al frente de las iglesias cátaras estaban los obispos-. Vivían de forma sencilla y se mostraban críticos con la ostentación del clero.
Entonces, ¿qué comían los cátaros? Es todo un reto establecer su cocina teniendo en cuenta sus creencias y su vida de pobreza. Muchas veces se alimentaban de pan y agua, debido también a los períodos de abstinencia marcados por el calendario cristiano. Para exponer un poco esta cuestión, seguiré los estudios de Antoni Dalmau, un gran especialista del mundo cátaro. Como bien dice en la introducción del libro que luego os presentaré, la abstinencia de carne era el rasgo más popular del catarismo. Era una privación estricta para todos los que habían recibido el consolamentum -no así para los seguidores ordinarios del catarismo, que comían de todo. Sólo respetaban las prescripciones de los perfectos cuando se reunían con ellos-. Ese rechazo constituía una característica sociológica que los diferenciaba del resto de la sociedad cristiana: en los conventos y, especialmente, en las mesas de los nobles se comía carne. Por lo tanto, encontramos aquí un rasgo que, al igual que los judíos, los convertía en un grupo cerrado y distinto de los otros de la sociedad medieval.
Junto a la carne, también había otros alimentos prohibidos: los huevos, la leche, el queso y los productos lácteos. Sin embargo, toleraban el aceite y el vino -aunque lo bebían con moderación y lo mezclaban con agua-. Lo más sorprendente es que no rechazaban el pescado. De hecho, junto a la verdura era la base de su alimentación. ¿Y por qué no lo rechazaban también? Por la simple creencia medieval de que el pescado nacía espontáneamente del agua; no era fruto de la generación diabólica porque había nacido sin mácula. El pescado era de fácil obtención y abundaba en los lagos y ríos. Además, para asegurarse de que los alimentos que tomaban no estaban contaminados, llevaban siempre encima sus propios utensilios de cocina -otro rasgo característico del atuendo cátaro-. Todo respondía a un ideal de pureza, reaccionaria con los excesos de la Iglesia oficial.
Sobre la verdura y las hortalizas: en la Edad Media también había un sistema jerárquico de los alimentos. Siempre existió la creencia de que lo mejor era lo que se encontraba más próximo al cielo. Por eso, en las mesas de los nobles, lo más apreciado era la carne de ave -de ahí sale la gran importancia de la cacería en la Edad Media, también como deporte de prestigio-. Entonces, la verdura y las hortalizas eran alimentos poco considerados porque crecían en la tierra, o incluso debajo de ella. Era impuro. No obstante, eran una base en la alimentación medieval y se comían con mucha frecuencia. Los cátaros las incorporaron en su dieta: acelgas, espinacas, espárragos, habas... Se solían servir hervidas o fritas; en general, no se comían crudas. Un plato característico, por ejemplo, era la porrada o la cebada, una crema realizada con puerros o cebolla. También utilizaban los recursos que ofrecían los bosques: castañas, avellanas, almendras... De hecho, era muy típica la leche de almendras -que sustituía la leche de vaca, de oveja o de cabra-. Se picaban y mezclaban con agua las almendras. Se dejaba reposar una noche y, a la hora de consumir, se colaba. ¡Y lista! Esta leche la podían tomar como una especie de sopa, con habas, cebolla y algunas especias -como sabéis, muy apreciadas en aquella época-.
He hecho esta especie de introducción con la finalidad de daros a conocer un libro, en la presentación del cual tuve la oportunidad de asistir recientemente. Es un libro bilingüe, publicado en catalán y en francés, pero con un apartado en castellano -sin fotografías- que recoge todas las recetas publicadas. Se trata de La cuina al temps dels Bons Homes, escrito por Toni Massanés y Karina Behar. Su intención es ofrecernos una pequeña cata de la cocina del país de los cátaros. No se reduce solamente a explicar, de una manera amena y sencilla, qué comían o dejaban de comer los cátaros, sino que también nos da a conocer la cocina medieval de Occitania y, por extensión, de Catalunya. ¿Y por qué también la de Catalunya? Pues porque existía una conexión evidente entre ambos territorios. En el norte de Catalunya también vivieron cátaros. Fueron aquellos que, perseguidos por la inquisición, tuvieron que exiliarse buscando refugio en una tierra mejor. Esos cátaros siguieron lo que hoy, por turismo, se conoce como el Camí dels Bons Homes. Este camino, un importante eje económico medieval y moderno, une la región de l'Arieja -desde Montségur y Foix- con la del Berguedà. En las tierras catalanas, los cátaros exiliados fueron bien acogidos, tanto por la población como por la nobleza simpatizante por su causa.
Tradicionalmente, el sur de Francia ha estado muy unido con el norte de Catalunya. No es de extrañar, entonces, que compartan similitudes culturales y culinarias que se remontan desde la Edad Media hasta la actualidad. Este libro, respetando la tradición y basándose en los documentos históricos y en las actas de la Inquisición, nos ofrece recetas compuestas exclusivamente con los ingredientes que podían encontrarse en estas regiones en la Edad Media. Por ejemplo, ¿qué platos podían comer los cátaros? Como ya os he dicho, una porrada o una cebada, habas tiernas con leche de almendra, sopa de zanahoria, habas con manteca y menestra de verduras, o el plato estrella dels Bons Hommes: la empanada de pescado, de la que os traigo la receta. La empanada era el plato característico de los cátaros porque se podía transportar muy fácilmente y duraba varios días. Sabéis que una de las tareas de los cátaros era la predicación. Como viajaban tanto, necesitaban algo fácilmente transportable. La empanada era ideal. Y, por supuesto, de pescado.
Como ya he apuntado anteriormente, los simpatizantes del catarismo, que no habían recibido el consolamentum, comían de todo según su clase social. Es por eso que en este libro también se recogen recetas de carne -costillas de cerdo con mostaza-, salsas -allada blanca- y postres -almidón con leche de almendras o pastel de manzana-. Finalmente, y como medida para promocionar el turismo en la región, los restaurantes situados a lo largo del camino han diseñado platos actuales y de autor, basados en recetas medievales y respetando los ingredientes y las técnicas empleadas en la época medieval. Estos platos también se recogen en el libro. Yo no dudaría en probar la tortilla de salvia, las berenjenas a la morisca o el arroz con leche de almendras, miel y frutos secos. ¿Se os ha abierto el apetito? ¡Son recetas sencillas, pero deliciosas!
Su doctrina contemplaba un mundo dual: el celestial, creado por Dios, y el terrenal, creado por el diablo. Así pues, rechazaban lo material y todo aquello proveniente del acto sexual, ya que era una obra diabólica. Seguían el ejemplo de Cristo y de varios preceptos contenidos en el Nuevo Testamento. Creían que Cristo sólo se había encarnado aparentemente, y no de manera real -es lo que se conoce como cristología docetista-. Por eso, rechazaban la cruz y el agua del bautismo. Para los cátaros, el único sacramento válido era el consolamentum, un ritual que convertía a sus seguidores ordinarios en perfectos. Como ya comenté en otra ocasión, los perfectos, tanto hombres como mujeres, constituían el orden sacerdotal de la Iglesia cátara y adoptaban una vida de pobreza y de castidad. En un rango inferior se encontraban los laicos que profesaban el catarismo y ayudaban a los perfectos en cuestiones como el alojamiento, la protección personal o la asistencia en sus sermones. Como podéis ver, el catarismo también creó una estructura jerárquica -al frente de las iglesias cátaras estaban los obispos-. Vivían de forma sencilla y se mostraban críticos con la ostentación del clero.
Entonces, ¿qué comían los cátaros? Es todo un reto establecer su cocina teniendo en cuenta sus creencias y su vida de pobreza. Muchas veces se alimentaban de pan y agua, debido también a los períodos de abstinencia marcados por el calendario cristiano. Para exponer un poco esta cuestión, seguiré los estudios de Antoni Dalmau, un gran especialista del mundo cátaro. Como bien dice en la introducción del libro que luego os presentaré, la abstinencia de carne era el rasgo más popular del catarismo. Era una privación estricta para todos los que habían recibido el consolamentum -no así para los seguidores ordinarios del catarismo, que comían de todo. Sólo respetaban las prescripciones de los perfectos cuando se reunían con ellos-. Ese rechazo constituía una característica sociológica que los diferenciaba del resto de la sociedad cristiana: en los conventos y, especialmente, en las mesas de los nobles se comía carne. Por lo tanto, encontramos aquí un rasgo que, al igual que los judíos, los convertía en un grupo cerrado y distinto de los otros de la sociedad medieval.
Junto a la carne, también había otros alimentos prohibidos: los huevos, la leche, el queso y los productos lácteos. Sin embargo, toleraban el aceite y el vino -aunque lo bebían con moderación y lo mezclaban con agua-. Lo más sorprendente es que no rechazaban el pescado. De hecho, junto a la verdura era la base de su alimentación. ¿Y por qué no lo rechazaban también? Por la simple creencia medieval de que el pescado nacía espontáneamente del agua; no era fruto de la generación diabólica porque había nacido sin mácula. El pescado era de fácil obtención y abundaba en los lagos y ríos. Además, para asegurarse de que los alimentos que tomaban no estaban contaminados, llevaban siempre encima sus propios utensilios de cocina -otro rasgo característico del atuendo cátaro-. Todo respondía a un ideal de pureza, reaccionaria con los excesos de la Iglesia oficial.
Sobre la verdura y las hortalizas: en la Edad Media también había un sistema jerárquico de los alimentos. Siempre existió la creencia de que lo mejor era lo que se encontraba más próximo al cielo. Por eso, en las mesas de los nobles, lo más apreciado era la carne de ave -de ahí sale la gran importancia de la cacería en la Edad Media, también como deporte de prestigio-. Entonces, la verdura y las hortalizas eran alimentos poco considerados porque crecían en la tierra, o incluso debajo de ella. Era impuro. No obstante, eran una base en la alimentación medieval y se comían con mucha frecuencia. Los cátaros las incorporaron en su dieta: acelgas, espinacas, espárragos, habas... Se solían servir hervidas o fritas; en general, no se comían crudas. Un plato característico, por ejemplo, era la porrada o la cebada, una crema realizada con puerros o cebolla. También utilizaban los recursos que ofrecían los bosques: castañas, avellanas, almendras... De hecho, era muy típica la leche de almendras -que sustituía la leche de vaca, de oveja o de cabra-. Se picaban y mezclaban con agua las almendras. Se dejaba reposar una noche y, a la hora de consumir, se colaba. ¡Y lista! Esta leche la podían tomar como una especie de sopa, con habas, cebolla y algunas especias -como sabéis, muy apreciadas en aquella época-.
He hecho esta especie de introducción con la finalidad de daros a conocer un libro, en la presentación del cual tuve la oportunidad de asistir recientemente. Es un libro bilingüe, publicado en catalán y en francés, pero con un apartado en castellano -sin fotografías- que recoge todas las recetas publicadas. Se trata de La cuina al temps dels Bons Homes, escrito por Toni Massanés y Karina Behar. Su intención es ofrecernos una pequeña cata de la cocina del país de los cátaros. No se reduce solamente a explicar, de una manera amena y sencilla, qué comían o dejaban de comer los cátaros, sino que también nos da a conocer la cocina medieval de Occitania y, por extensión, de Catalunya. ¿Y por qué también la de Catalunya? Pues porque existía una conexión evidente entre ambos territorios. En el norte de Catalunya también vivieron cátaros. Fueron aquellos que, perseguidos por la inquisición, tuvieron que exiliarse buscando refugio en una tierra mejor. Esos cátaros siguieron lo que hoy, por turismo, se conoce como el Camí dels Bons Homes. Este camino, un importante eje económico medieval y moderno, une la región de l'Arieja -desde Montségur y Foix- con la del Berguedà. En las tierras catalanas, los cátaros exiliados fueron bien acogidos, tanto por la población como por la nobleza simpatizante por su causa.
Tradicionalmente, el sur de Francia ha estado muy unido con el norte de Catalunya. No es de extrañar, entonces, que compartan similitudes culturales y culinarias que se remontan desde la Edad Media hasta la actualidad. Este libro, respetando la tradición y basándose en los documentos históricos y en las actas de la Inquisición, nos ofrece recetas compuestas exclusivamente con los ingredientes que podían encontrarse en estas regiones en la Edad Media. Por ejemplo, ¿qué platos podían comer los cátaros? Como ya os he dicho, una porrada o una cebada, habas tiernas con leche de almendra, sopa de zanahoria, habas con manteca y menestra de verduras, o el plato estrella dels Bons Hommes: la empanada de pescado, de la que os traigo la receta. La empanada era el plato característico de los cátaros porque se podía transportar muy fácilmente y duraba varios días. Sabéis que una de las tareas de los cátaros era la predicación. Como viajaban tanto, necesitaban algo fácilmente transportable. La empanada era ideal. Y, por supuesto, de pescado.
Como ya he apuntado anteriormente, los simpatizantes del catarismo, que no habían recibido el consolamentum, comían de todo según su clase social. Es por eso que en este libro también se recogen recetas de carne -costillas de cerdo con mostaza-, salsas -allada blanca- y postres -almidón con leche de almendras o pastel de manzana-. Finalmente, y como medida para promocionar el turismo en la región, los restaurantes situados a lo largo del camino han diseñado platos actuales y de autor, basados en recetas medievales y respetando los ingredientes y las técnicas empleadas en la época medieval. Estos platos también se recogen en el libro. Yo no dudaría en probar la tortilla de salvia, las berenjenas a la morisca o el arroz con leche de almendras, miel y frutos secos. ¿Se os ha abierto el apetito? ¡Son recetas sencillas, pero deliciosas!
Si alguna vez os apetece recorrer el Camí dels Bons Homes, no dudéis en visitar su página web. Allí os darán todo tipo de información. El camino se realizaba tanto desde Francia como desde Catalunya. Era un eje transitado no sólo por los cátaros en el exilio, sino también por comerciantes, pastores y gente corriente. Yo, sin duda, y en cuanto pueda, pienso hacerlo. Eso sí, en coche. Siempre he tenido un aprecio especial por el sur de Francia y por la zona del Berguedà, pues aquí transcurrió buena parte de mi infancia y adolescencia. Y aún sigo yendo de vez en cuando. Lo curioso es que teniendo tan cerca el camino, no lo haya hecho nunca. Es cierto eso que dicen: preferimos viajar lejos antes que conocer las maravillas que atesoramos cerca de casa.
Si os interesa el libro, lo podéis comprar en mi librería, pulsando en el siguiente enlace: La cuina al temps dels bons homes, de Toni Massanés y Karina Behar.
Actualización: 24/05/2015. ¡Mirad! Esta mañana me he levantado con ganas de cocinar platos cátaros y aquí tenéis el resultado. ¿Qué opináis? ¿Qué os parece el resultado? Las tres recetas tienen muy buen sabor, son sencillas y muy nutritivas. De primero he escogido un plato reelaborado en la actualidad con ingredientes utilizados en la cocina medieval: es una ensalada de espinacas, puerro, zanahoria, cebolla y nueces, aliñada con un poco de limón. De segundo, algo también ligero: una porrada, una crema de puerros muy típica de la cocina de los cátaros. Ellos la elaboraban con leche de almendras, pero yo, en esta ocasión, la he hecho con caldo de verduras del día anterior (¡hay que aprovecharlo todo!). Para terminar, no podía faltar la empanada de atún y cebolla, el plato que identificaba a los buenos hombres. Era fácilmente transportable y aguantaba varios días. ¡Buen provecho!
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Actualización: 24/05/2015. ¡Mirad! Esta mañana me he levantado con ganas de cocinar platos cátaros y aquí tenéis el resultado. ¿Qué opináis? ¿Qué os parece el resultado? Las tres recetas tienen muy buen sabor, son sencillas y muy nutritivas. De primero he escogido un plato reelaborado en la actualidad con ingredientes utilizados en la cocina medieval: es una ensalada de espinacas, puerro, zanahoria, cebolla y nueces, aliñada con un poco de limón. De segundo, algo también ligero: una porrada, una crema de puerros muy típica de la cocina de los cátaros. Ellos la elaboraban con leche de almendras, pero yo, en esta ocasión, la he hecho con caldo de verduras del día anterior (¡hay que aprovecharlo todo!). Para terminar, no podía faltar la empanada de atún y cebolla, el plato que identificaba a los buenos hombres. Era fácilmente transportable y aguantaba varios días. ¡Buen provecho!
2 comentarios:
Me daba a mí, como te comenté cuando me hablaste de este libro, que sería más aproximado a un recetario de cocina occitana. Porque si nos tenemos que atener a lo que comían los cátaros -en especial los perfectos- pues... eran bien frugales los pobrecillos :D
Eso no quita para que los ingredientes y recetas que comentan tengan muy buena pinta (se le abre a uno el apetito con ver la foto de esa empañada :P )Y me parece una idea bonita acompañarlas de un poco de historia sobre los 'buenos hombres'.
¿Cuáles llevas hechas? ¿Me recomiendas alguna que no requiera de horno?
Pues sí, ya comentamos que nos parecía raro que pudiera haber una cocina cátara. De todas maneras, hay algunas recetas que sí son las que de verdad comían, como la panada o la porrada. No le daban importancia a la comida, pero... ¡tenían que comer alguna cosa! Lo que me gusta de este libro es que las recetas las han extraído de las actas de la inquisición y de otros documentos medievales. Porque está documentado lo que comían los cátaros.
De momento sólo he hecho la empanada. Me quedó bien, pero tengo que mejorarla. La que quiero hacer también es la tortilla de salvia (esa sí que es receta occitana, porque necesita huevos). No la hecho porque tengo que comprar las hojas de salvia, y no sé aún dónde encontrarlas. Es sencilla: se baten los huevos con crema de leche y azucar de caña. Se fríe con un poco de mantequilla (yo lo haré con aceite). Cuando haya cuajado un poco, se añaden las hojas de salvia por encima, se da la vuelta a la tortilla y esperamos hasta que termine de cocer.
Ahora bien, si me preguntas por una receta más específicamente cátara, yo te recomendaría la que sale en la foto que he puesto: las habas con leche de almendras (aunque no sé si apetece mucho este plato, la verdad, jeje). Las habas eran muy utilizadas en la cocina medieval. Primero tienes que hacer la leche de almendras, tal y como he explicado en el artículo. A parte, freir una cebolla con aceite; cuando esté un poco dorada, incorpora las habas, una pizca de sal, la leche de almendras y las especias (perejil, albahaca, jenjibre, pimienta y canela. Dice que no hace falta incorporarlas todas, las que te apetezca). Deja herbir hasta que las habas estén cocidas. ¡Hecho!
Si quieres alguna receta con carne o pescado, dímelo y te pondré otra receta :)
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